Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- A ritmo de batucada dio inicio la fiesta carnestolenda de Cancún. La banda de música de la CROC fueron los primeros en salir, la gente había esperado más de una hora a lo largo de la avenida 20 de Noviembre, en la Región 228. Unos se encontraban sentados en las gradas instaladas y otros más sobre las aceras. Los que aprovecharon la espera fueron sin duda los vendedores ambulantes, quienes no se daban abasto con las exigencias de sus fieles clientes: los niños.

La cita para el desfile se programó para las 16 horas. Sin un minuto de retraso, a lo lejos se escuchaba resonar el ritmo del tambor. Los carros alegóricos anunciaban la llegada de los alegres reyes y reinas, quienes en agradecimiento a los espectadores lanzaban collares de cuentas de colores para animar a la concurrencia. 

Familias enteras llegaron al lugar, niños y niñas aplaudían con emoción. Era la gran fiesta de carnaval. Para Mirella Moscoso, habitante de la Región 95, el carnaval es ya una tradición en la que toda su familia acude a disfrutar de aquellos carros coloridos.

Con algarabía las adolescentes y niñas bailaban sus comparsas, se les veía con entusiasmo, después de grandes horas de ensayo, cada grupo de baile esperaba su turno para mostrar su talento. Vestuarios amarillos, verdes, rojos, de colores, mejillas rojas y pestañas postizas eran parte de la caracterización para dar alegría a esta tarde de carnaval. 

De los carros más aplaudidos sin duda fueron los de los grandes reyes de carnaval. La reina lanzaba besos y se le veía tambalear al ritmo del timbal. Sonrisas, aplausos y júbilo se escuchaba al paso de las comparsas. 

Centenares de niñas, niños, jóvenes y adultos se postraron sobre los camellones centrales para observar con alegría a las bailarinas que a ritmo de samba, salsa y merengue incitaban al espectador a bailar. 

Durante dos horas de desfile, las bailarinas, las botargas, los tradicionales zancudos, los de la batucada, los luchadores e incluso los personajes de Disney ofrecieron este espectáculo para el deleite infantil. 

Los cancunenses cantaron, bailaron, silbaron al ritmo del tambor. Padres que bailaron gustosos con sus hijas, entre risas y gritos de carnaval.