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Vivimos una falsa sensación de estabilidad. Consiste en creer que el estado actual de las cosas puede ser un faro fiel para imaginar hacia dónde se dirigen. Este espejismo nos hace creer que todo es cuestión de innovar mediante el incremento; esto es, creer que todo será una variación de lo que ya hay, pero con algunos cambios. Se trata de la innovación progresiva, donde es más lo que permanece que lo que cambia. Una ilusión.

Lo que realmente caracteriza nuestro tiempo es el cambio hiperacelerado. La razón es sencilla de entender: la tecnología y la ciencia están en una enorme explosión, en la que los avances en un área impulsan a los de otra, lo que hace cambiar inmediatamente a la primera y a todas las demás. Estas innovaciones no son progresivas o incrementales: se trata de cambios disruptivos. Lo que esto quiere decir es que crean situaciones totalmente nuevas, que no tardan en volver a cambiar.

Para hablar de este tema en el ámbito educativo, estuvo en la Universidad del Caribe el Mtro. José Aguirre Vázquez, director de planeación y desarrollo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Él presentó una importante propuesta para diseñar políticas públicas sobre educación superior, estrategias que sirvan de cartas de navegación en mares de incertidumbre y volatilidad.

Un concepto toral en educación superior es el de pertinencia. Los planes de estudio deben ser relevantes y no caprichosos, producto de una ocurrencia. Pertinentes para las necesidades locales, regionales, nacionales e internacionales; no solo económicas, sino también sociales y ambientales. Esta pertinencia es el punto de apoyo en que se aplica la palanca de la imaginación educada, para planificar nuestra educación.

El problema es que ya no podemos imaginar incremental o progresivamente nuestro futuro, lo único que sabemos es que no será como lo imaginamos. Sin embargo, requerimos planificar la educación de las generaciones venideras. ¿Cómo debemos considerar la pertinencia? ¿Cómo debemos planificar la educación?

Una pregunta que se le expuso al Mtro. Aguirre trató de este tema. ¿Por qué los planes de estudio universitarios se diseñan para la especialización, si no sabemos para dónde va el conocimiento, la ciencia, la técnica ni la economía? Tal parece que frente a la incertidumbre respondemos con una certeza notable, una que nos permite predecir que una concentración y enfoque de conocimientos será relevante en un tiempo y contexto desconocidos. La misma ilusión.

Quizá la especialización ya no es para el futuro, sino para el presente, desde la educación continua y de posgrado. Y quizá para el futuro de nuestros jóvenes ahora requerimos una educación universitaria más general, fundamentada en las habilidades que capacitan frente a la incertidumbre y la volatilidad: comunicación, emprendimiento, resolución de problemas complejos, colaboración, convivencia pacífica y respeto por el ambiente. Es necesario repensar el concepto de pertinencia a fondo.

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