Universidades que aprenden, no es lo mismo enseñar que aprender

Algo muy paradójico es que las universidades son instituciones dedicadas al aprendizaje...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Algo muy paradójico es que las universidades son instituciones dedicadas al aprendizaje de sus estudiantes… al mismo tiempo que tienen enormes dificultades para aprender como colectividad. Son sistemas llenos de paradojas y contradicciones, lo cual es parte de su riqueza pero también de sus grandes problemas. ¿Cuándo se puede decir que una universidad aprende?

Hay aprendizaje organizacional cuando sus miembros tienen una experiencia que entienden como un problema y deciden indagar al respecto. El punto clave radica en que no lo hagan a título personal, sino a nombre de la colectividad. Por ejemplo, cuando en una universidad sus académicos quieren hacer mejor una labor, como la tutoría de sus estudiantes.

Una indagación como ésta puede entenderse así: la estrecha relación del pensamiento con la acción para resolver una duda. Es un concepto del filósofo John Dewey. Y un problema, como la sorpresa que causa la aparición de algo diferente a lo planeado, que detiene la actividad cotidiana. El objetivo de este tipo de indagación es restablecer el flujo normal de las actividades de la colectividad. Siguiendo con el ejemplo, los tutores pueden encontrar que sus estudiantes no están siendo informados adecuadamente para retenerlos en la matrícula; esto constituye un problema, uno que sorprende y preocupa. En definitiva, un error organizacional, uno que requiere corrección.

Cuando en una organización reina el clima adecuado los errores no son castigados, sino que se entienden como oportunidades para responder con reflexión y acción efectiva, proceso que cambia la manera en que la colectividad entiende la forma de realizar su trabajo.

Esta transformación en las ideas reestructura las actividades para corregir el error sorpresivo, lo que necesariamente cambia la forma cotidiana de comprender el trabajo.

Los tutores referidos pueden reflexionar sobre el error para cambiar sus acciones, y cuando lo hacen entienden de otra forma su trabajo. Pueden, por ejemplo, darse cuenta de que se presentan a las sesiones de tutoría con un PowerPoint larguísimo y muy aburrido, uno que no impacta el interés del estudiantado por sus responsabilidades y derechos. Entonces buscan alternativas, por ejemplo, en la tecnología educativa. Dicho de otra forma: los tutores aprendieron en lo personal, lo que hizo aprender a toda la universidad.

Después de un error corregido, la colectividad tiene otra visión de lo que hace. Y este nuevo entendimiento afecta la manera individual de pensar y de actuar de todos los integrantes de una organización. ¿Cómo sucede esto?

Lo que ocurre es que la reflexión sobre la corrección del error no se queda en la mente de un individuo ni en la mente de un grupo, sino que impacta el conocimiento almacenado hasta entonces por toda la colectividad. Ese conocimiento se encuentra en todos los mapas de trabajo, como los procesos de calidad dedicados a la tutoría, en todas las memorias de la organización, como las bases de datos estudiantiles, y en todos los programas, como son los de acompañamiento estudiantil. Todo esto es conocimiento organizacional, producto del aprendizaje de la colectividad.

Con estos cambios, originados por la detección de un resultado sorprendente, se echa a andar el aprendizaje personal de los miembros de una colectividad, pero no para un fin personal sino para uno colectivo, lo que deja lecciones aprendidas por la indagación. Así son las universidades que aprenden. Así deberían ser todas las universidades.

*Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe

Lo más leído

skeleton





skeleton