Abigail Becerra/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Contrariamente a lo que mucha gente piensa, las bebidas alcohólicas son por su naturaleza un depresor del sistema nervioso, por lo que aquellas personas que piensan que pueden hacer muchas cosas como hablar, manejar y bailar después de haber ingerido algunos tragos en realidad se equivocan, dijo Juan Carlos Angulo Solórzano, médico familiar.

Señaló que ese estado aparente de bienestar y relajación proviene de la desinhibición que resulta de la depresión de mecanismos inhibitorios, pero lo que muchas personas ignoran es que los efectos del abuso del alcohol destruyen las células cerebrales.

“Algunos estudios científicos han estimado pérdidas de hasta 60 mil neuronas diarias y aquellos que beben durante 30 o 40 años se quedan con cerebros que pesan 105 gramos menos”, compartió.

Además, indicó, diversos factores influyen en la manera en que el alcohol afecta, entre ellos, edad, género, condiciones físicas, cantidad de comida que la persona ha ingerido, combinación con otras drogas e incluso el medicamento estén consumiendo.

Explicó que de uno a tres tragos ocasionan relajación y desinhibición, de cuatro a seis causan alteraciones en el habla, pensamiento y juicio; de siete a nueve alteran los reflejos, coordinación, visión y fomentan la agresividad, de 10 en adelante ocasionan intoxicación profunda, y más de 20 pueden generar la muerte por depresión respiratoria.

Ninguna persona puede conducir si tiene más de 0.8 gramos de alcohol por litro de sangre, esto equivale a tomar cuatro copas en menos de una hora, apuntó.

Para Plinio Francisco Garduño Montoya, coordinador del departamento de peritos de la Secretaría de Seguridad Pública en Benito Juárez, expresó que es precisamente esta combinación de alcohol-velocidad-imprudencia, la que desencadenan los accidentes automovilísticos en el municipio, presentándose en promedio 13 diariamente.