Sigue pasando el tiempo y tras el inminente fracaso de la COP26, aunque algunos digan que no fue un fracaso por lo mínimos acuerdos logrados, el cambio climático sigue su marcha ascendente a nivel mundial, al grado tal que el secretario general de la ONU, en la reunión de COP26, dijo que los fenómenos meteorológicos extremos son ya una nueva modalidad, por lo que el mundo deberá preparase para enfrentarlos a partir de ahora.

Hay que recordar que los efectos del cambio climático conducen a un escenario de aumento general de la severidad de las sequías tanto meteorológicas como hidrológicas, debido a los efectos combinados de la reducción de las precipitaciones y el incremento de la evapotranspiración.

Las sequías generalmente definidas como desviaciones normales de la disponibilidad de agua, a menudo comienzan con una falta prolongada de precipitación y luego se propagan a otros componentes del ciclo hidrológico.

Las sequías persistentes pueden conducir a un agotamiento significativo de los volúmenes almacenados de los embalses y los niveles del agua subterránea con una gama amplia de subsiguiente de impactos socioeconómicos y ambientales.

El calentamiento de la Tierra tiene actualmente una tendencia actual que resulta de  particular importancia, ya que es extremadamente posible con una alta probabilidad de que la mayor parte de ella sea resultado de la actividad humana desde mediados del siglo XX y avanza a un ritmo sin precedentes.

A mediados del siglo XIX se demostró que el dióxido de carbono y otros gases llamados de efecto de invernadero ya que atrapan el calor y su capacidad de afectar a la transferencia de la energía infrarroja a través de la atmósfera es la base científica de nuevos instrumentos que se han puesto en órbita y no cabe la menor duda de que el aumento de los niveles de los gases de efecto de invernadero debe provocar como respuesta que la Tierra se caliente indudablemente.

Por otra parte, los núcleos de hielo extraídos de Groenlandia, la Antártida y otros Glaciares de montañas tropicales muestran el estado del clima, responden a los cambios de niveles de los gases de tipo invernadero; asimismo se puede hallar evidencia antigua en los anillos de árboles, sedimentos oceánicos, arrecifes de coral y capas de rocas sedimentarias.

Esta evidencia clima antiguo o paleoclima revela que el actual calentamiento que está ocurriendo aproximadamente diez veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento tras las épocas glaciales. Tras la última edad de hielo el dióxido de carbono producido por la actividad humana está aumentando a una velocidad de 250 veces mayor que el proveniente de fuentes naturales, por lo que la evidencia de un rápido calentamiento global desestabilizando el sistema climático es convincente.

Los océanos han absorbido gran parte de este aumento de calor y la Tierra almacena el 90% de la energía sobrante del océano, ya que este último tiene mayor capacidad de absorción de calor de sistema climático.

Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida han disminuido sus masas y los glaciares se están retrayendo en casi todas partes del mundo, en los cuales se incluye los Alpes, el Himalaya, los Andes, las Rocallosas, Alaska y África, en donde la cubierta de nieve ha disminuido durante las últimas cinco décadas y la nieve se derrite a pasos agigantados y antes de tiempo.

El hielo marino Ártico se ha reducido tanto en extensión como en espesor y si hablamos de nivel del agua de los océanos tuvo un aumento de 20 centímetros en el último siglo y en las últimas dos décadas la tasa es casi el doble que en el último siglo y todo esto se debe a que entra más energía de la que sale.

Y así podríamos hablar de muchas cosas más que está ocurriendo a nivel mundial y como verán aunque parece una novela de ciencia ficción, lo que sí el día después de mañana cada vez está más cerca y las consecuencias ya las estamos sufriendo.