El compadre (los gobiernos) y el indio

Nos referimos al refrán —de apariencia ciertamente racista— que reza "no tiene la culpa el indio...

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Nos referimos al refrán —de apariencia ciertamente racista— que reza "no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre", no por ser clasistas ni mucho menos racistas, como si dijéramos "cena de negros" para describir una reunión o situación en la que los participantes fueran muy hostiles y hasta violentos, unos con otros, pero no encontramos otra expresión propia de la sabiduría popular mexicana —porque queremos claridad y entendimiento, sobre todo—, decidimos usarla apenas nos enteramos de la muerte del comediante Leopoldo Roberto García Peláez Benítez, "Polo Polo", a quien nada le importaba, menos los prejuicios, con tal de hacer que su público, grosero y pícaro, como él, pasara un buen rato. ¡Y vaya que lo pasamos, muchas veces!

Si lo que buscan el gobierno y la ciudadanía de Quintana Roo —aunque con mayor intensidad en Cancún: el conflicto escaló a dimensiones estatales—, es menester ir más allá del innegable hecho de que, por lo menos todos los agresores, aunque existan no pocas excepciones, son algo así como "gorilas al volante" —con el perdón de los gorilas, que, desde los trabajos de la zoóloga Dianne Foseey y la película con Sigourney Weaver que hizo que el mundo supiera de ellos, que ya sabemos que son enormes simios, muy inteligentes y amables—.

Es normal: ya son muchos los testimonios en video de hordas de conductores de taxis que intimidan y agreden, en ocasiones con lujo de violencia, a los choferes de Uber, la plataforma digital para transporte de pasajeros, y lo peor: también a los usuarios que los solicitan y abordan, sin importar si se trata de hombres, mujeres y familias con niños, sean quintanarroenses o turistas.

Uno de los envíos más "virales" consiste en una abusiva banda que, amén de cercar con sus coches al vehículo “enemigo" pretenden obligar a una aterrorizada familia de turistas de Europa del este, entre llantos de los infantes y la madre, a subirse a un vehículo de los sindicalizados. No volverán a Cancún... eso es seguro.

Lo cierto es que no hay al momento ordenamientos ni normas que indiquen que es ilegal la operación de Uber o cualquier otra empresa que ofrezca servicios por internet y, como aceptó con claridad el diputado local —que es abogado—, Hugo Alday Nieto, a pregunta expresa de la periodista Gabriela Escamilla en el noticiero del canal de televisión y las estaciones de radio del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social que conduce en las mañanas —inusualmente libre y abierto, para ser "oficial"—, lo que no está prohibido, por alguna ley o reglamento de cualquier orden de gobierno, está permitido.

Uber no vulnera absolutamente ninguna disposición legal, así que por el momento sus operadores y la propia empresa no tienen por qué dar explicación alguna sobre su trabajo, salvo las obvias, que tocan a cualquier empresa o conductor de un coche en la vía pública, que deben estar sustentadas en lo que hoy es ley. De ninguna manera la autoridad puede impedirles trabajar.

Los que sí están contra la ley son los sindicatos de taxistas y sus miembros, concesionarios o "martillos", al pretender impedir por la fuerza la circulación y operación de este servicio, ninguneando no solo sus derechos, sino todos los de las autoridades, miembros organizados de la sociedad civil, la iniciativa privada y la ciudadanía, justamente indignados por las tropelías de un puñado de salvajes. La alcaldesa de Cancún, Ana Patricia Peralta de la Peña, evidentemente indignada pero también asustada, lanzó un mensaje ambiguo, explicando lo ilegítimo e ilegal de las acciones de estos gandules, pero sin la energía y la determinación del caso. Se entiende, pues en verdad atemorizan estos gañanes motorizados, pero esa respuesta dista mucho de lo que debe hacer un gobernante en primerísimo lugar: hacer respetar la ley sin cortapisas, proceder con toda energía tras los oídos sordos a la invitación al diálogo y, lo más importante, por parte del gobernó estatal, el retiro inmediato de las concesiones —en general, ilegalmente obtenidas— y el veto sempiterno de todos los rijosos.

Es un hecho más que comprobado que con los taxistas no tendrán efecto las sonrisas y los mensajes apapachadores. La afectación al turismo, que ya provocó un "warning" del gobierno estadounidense, será mucho, tremendamente más grave que todo lo que haya acordado y signado en la Fitur de Madrid. ¿Cómo para qué queremos cinco mil cuartos de hotel, si acaso no tendremos turistas para ocuparlos, que dejarán de venir a un estado que ya empiezan a visualizar como "sin ley"?

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