El error de @plaqueta

En redes sociales es muy difícil compartir una idea o una vivencia...

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En redes sociales es muy difícil compartir una idea o una vivencia, sin generar controversia, esto porque no es posible describir en unos cuantos caracteres la impresión del momento, el sentimiento y las circunstancias.

En Twitter y Facebook se desató una lluvia de comentarios, la mayoría negativos, por el caso de una “tweetstar”, Tamara de Anda, @plaqueta, quien denunció a un taxista por un presunto caso de acoso, por llamarla “guapa”. Mi primera reacción fue, lo confieso, considerarla una “feminazi”, una de esas feministas insoportables tipo Anna Gabriel, diputada en el parlamento catalán, cuyo extremismo cae en los oscuros abismos de la intolerancia.

Sin embargo, tras una larguísima leída a los comentarios que provocó la denuncia, ya no considero que el caso sea tan estúpido: no es tanto la denuncia, sino el fondo lo que raya en la ridiculez; o en otras palabras, a Tamara de Anda, se la comió su personaje, @plaqueta.

Desde este lado del teléfono inteligente, el caso únicamente se lee bajo la óptica parcial del relato de la “tweetera”, haciendo que suene pretencioso y vacuo, pues aunque ha explicado hasta el cansancio lo que afirma que pasó, lo cierto es que no sabemos realmente si así fue como ocurrió, pues, de entrada, del taxista acusado poco o nada se sabe, más allá de lo que De Anda ha dicho.

A veces olvidamos que en nuestro “timeline” sólo leemos lo que nosotros decidimos que va acorde con nuestro punto de vista. Por ello creemos que es “importante” todo lo que nos pasa, y en el caso de los personajes y estrellas de redes sociales, muchos piensan que la indignación que sintieron debe ser replicada por sus miles de seguidores como una verdad absoluta, aún sin saber a ciencia cierta cómo ocurrieron los hechos.

Por ello considero que el que @plaqueta hiciera un espectáculo de su denuncia, fue y sigue siendo un error, imperdonable en su caso, pues conoce muy bien los peligros de la sobreexposición en internet. En las redes sociales no hay sentimientos, ni forma de traducirlos a un lenguaje universal, pues existe un caleidoscopio de opiniones sobre un mismo hecho, todos válidos, al menos para el que lo piensa. El supuesto acoso del que fue víctima, bien pudo ser real o una “invención” de lo que sus valores entiendan por “acoso”. Eso no lo sé, ni creo que la mitad de los que la apoyan o defenestran lo sabrá, porque tendríamos que haber estado ahí para conocer la verdad sobre el caso con imparcialidad, y no sólo por sus “tweets” y el circo que desde hace una semana la mantiene en los reflectores digitales en varios portales.

No entendamos mal. Que Tamara de Anda haya denunciado al taxista me parece adecuado, porque así lo consideró ella. Decidió hacer uso de su derecho y eso es lo que veo positivo en su caso, porque si algo falta en nuestra justicia es la cultura de la denuncia, tanto para delitos mayores como faltas administrativas.

Sin embargo, siento que en esta ocasión la forma opacó completamente el fondo del asunto. El protagonismo y victimización en casos mera y totalmente centrados en la percepción individual de un hecho, nunca ha servido más que para ganar seguidores y generar controversia en redes sociales, y eso es justo lo que @plaqueta logró, en detrimento de la demanda de Tamara.

A veces olvidamos que no sólo de “tweets” se vive en el mundo real.

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