¿Conoces a un chofer de transporte público discapacitado?

Francisco Aguirre Arreola, perdió parte de las extremidades cuando tenía 10 años.

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Francisco Aguirre Arreola maneja una combi de transporte público en Cancún. (Israel Leal/SIPSE)
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Rubi Velázquez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Lejos de considerarlo como desgracia, para Francisco Aguirre Arreola el perder ambos brazos a muy corta edad, le brindo la fortaleza interna, seguridad en si mismo y la certeza de que podría alcanzar todo lo que se propusiera, ejemplo de ello; trabajar desarrollando su actividad preferida: “conducir”.

A la edad de 10 años jugando con sus amigos dentro de una obra en construcción en su natal Distrito Federal, evitó caer de un tercer piso sosteniéndose con ambas manos de un cable de alta tensión. La descarga no le permitió separarse y fue con la ayuda de dos de sus vecinos y el golpe de una tabla, que lograron liberarlo evitando un daño mayor.

Tras seis días hospitalizado para salvarle sus manos, la lucha llegó a su fin sin éxito, por lo que el corte en ambos lados inició 10 centímetros debajo del codo.

Con grandes sueños en la vida

Si la descarga no me mató, es sin duda por que me espera algo grande en la vida”, era la frase que constantemente pasaba por los pensamientos del pequeño antes de dormir durante los primeros cinco años.

La labor de sus padres nunca se relacionó con la sobreprotección o la compasión, sino por el contrario desde los primeros meses del accidente buscaron alternativas que le permitieran al menor tener una vida normal.

Antes de cumplir los 11 años, comenzó a utilizar el mismo tipo de prótesis que usa actualmente con un costo 80 mil pesos, hecha a base de resortes, ganchos y chicotes que llegan a la espalda y son movidos por los músculos del omóplato.

“La sociedad es cruel con las personas con algún tipo de discapacidad y más los niños, la diferencia está en que los pequeños externan su pensar sin malicia o conocimiento del problema y los adultos lo hacen concientes” dijo al recordar momentos desagradables durante su educación básica.

A los 18 años tras concluir la carrera técnica en informática decidió viajar sólo a Cancún donde conoce a Maribel Solano Pérez, su compañera de vida y se une en matrimonio a ella tres años más tarde en 1991.

Conducir es su pasión

Luego de desempeñar por más de dos décadas empleos relacionados con su profesión y cambiar de residencia constantemente entre Distrito Federal y Cancún, se establece en el paraíso maya hace 11 años junto con su esposa y seis hijos, dispuesto a tener una vida tranquila y haciendo la actividad que le apasiona desde los 12 años de edad: “manejar”.

Hoy 37 años después de su accidente, cubre los gastos de su hogar, laborando como operador de transporte público en la ruta Crucero-Chiapaneca y continúa luchando por alcanzar sus siguientes objetivos.

“Mis prótesis son mis manos, son parte de mí”, aseguró “El manitas” como lo apodan sus amigos, quien cuenta con licencia tipo D para servicio público y no requiere de adaptaciones especiales para conducir, además de no necesitar el apoyo de alguien más para cobrar o dar cambio.

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