El periplo de volverse viejo (I)
La vejez es una construcción social, en tanto que cada sociedad le asigna un lugar determinado...
Hoy abordaré la primera parte del tema del envejecimiento y los retos laborales, económicos y sociales que enfrentan las personas mayores de sesenta años. El envejecimiento es proceso que dura toda la vida y que hace referencia a los cambios que se van produciendo a través del siclo de la vida; estos cambios, estarán condicionados por el entorno social, económico y cultural en el que viven.
La vejez es una construcción social, en tanto que cada sociedad le asigna un lugar determinado. Las probabilidades de envejecer saludablemente van a aumentar en las personas mayores, si existe una buena interacción entre las características individuales y socioculturales de los sujetos; por eso decimos que cada sujeto vive su propia vejez de acuerdo a como ha vivido a lo largo de su vida.
Todas las personas están vinculadas con la sociedad e integradas a diferentes redes sociales. Pero estas no necesariamente son redes sociales de apoyo ya que en muchas de ellas no se realizan actividades ni intercambios mutuos.
Es necesario distinguir entre redes y apoyos sociales: Las redes sociales son prácticas simbólico-culturales que incluyen el conjunto de relaciones que tiene una persona con su entorno social y le permite mantener o mejorar su bienestar físico, material y emocional y evitar el deterioro real o imaginado que podría darse cuando existen dificultades, crisis o conflictos que afectan a la persona.
Los apoyos sociales son un conjunto de operaciones interpersonales o apoyos que actúan en las redes, aparecen como recursos, acciones e información que se intercambia y circula. Las categorías de estos apoyos pueden ser materiales, instrumentales, emocionales o cognitivas. Los apoyos sociales ponen énfasis en los distintos tipos de ayuda que reciben y dan las personas mayores. En este sentido, diremos que las redes de apoyo social estarán conformadas por el conjunto de relaciones familiares y no familiares que brindan algún tipo de apoyo (emocional, económico, ayuda práctica, compañía, guía o consejo).
Entre estos apoyos se encuentran los programas gubernamentales en sus distintas acepciones (Inapam, Secretaría del Bienestar, Pensiones para Adultos Mayores, etcétera). Hago un alto aquí para ejemplificar las políticas públicas de carácter segregacionista y discriminatorio: si quiere Usted sacar su credencial del Inapam, uno de los requisitos es dar el nombre, teléfono y domicilio, con copia de CURP e INE de otra persona, que eventualmente pueda responder por usted.
Este requisito es inamovible, si Usted no da los datos de otra persona no le gestionan la credencial del Inapam. Es decir, al adulto mayor el gobierno lo infantiliza (un niño sin la firma o autorización de un padre no puede decidir sobre asuntos legales o patrimoniales), imagine que en Japón donde hay la mayor cantidad de adultos mayores viviendo solos, si se aplicara esta premisa del gobierno mexicano, no tendrían acceso a las protecciones brindadas por el gobierno. Con esta política, eventualmente, el gobierno está negando al solicitante los beneficios de protección social a los que la ley le obliga, con la salvedad que el adulto mayor lleva más tiempo pagando impuestos, por lo tanto, tiene total derecho a disfrutar, sin condiciones, de la protección y beneficios social que el gobierno está obligado a dar.
Si la pregunta tradicional sobre la vejez ha sido la de si es un mal o un bien, me parece que hoy en día la pregunta debería ser otra: “¿Es justa la situación de los ancianos en la sociedad?” Esta pregunta siempre ha sido relevante, pero hoy lo es más que nunca. La pirámide generacional de la humanidad se ha modificado dramáticamente. Cada vez hay más ancianos y cada vez son más longevos. La reflexión sobre la vejez debe dejar de restringirse al campo de la filosofía moral para pasar al de la filosofía política. Continuará.