“Me siento triunfador, hago lo que me gusta y me pagan por ello”

Antonio Gómez López tiene dos oficios: en tierra es payaso y en la mar, pescador.

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“Candadito”, al saber que su camino estaba destinado a regalar sonrisas, tomó cursos de papiroflexia. (Consuelo Javier/SIPSE)
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Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- De payaso a pescador hay sólo un paso, dijo Antonio Gómez López, quien intercala su tiempo entre estos dos oficios. Con gran orgullo, contó su travesía por el Mar Caribe como pescador, trabajo que ha realizado en los tres últimos años.  

Al menos una vez al mes, navega por altamar durante más de 12 días para buscar los mejores pescados como abadejo, mero, negrito o pargo, esto lo hace en compañía de su capitán, al que ve con mucha admiración y agradecimiento, con ellos van cinco tripulantes más en la embarcación ‘cobra línea’.

Originario de Ocosingo, Chiapas, a sus 21 años reconoce que la vida le ha dado dos oportunidades de éxito a su corta edad. Comenta que desde los 16 años se dedicó a trabajar para llevar el sustento a su hogar, primero lo hizo como ayudante de un payaso, recuerda que al paso de los meses, supo que su personalidad lo ayudaría a caerle bien a la gente, así que comenzó a ahorrar para comprarse el primer traje.

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“Entre los zapatos y el traje completo me gasté más de dos mil 500 pesos, todo lo hice poco a poco, con las propinas que me regalaba la gente, mi amigo sabía hacer figuras con los globos, así que desde muy temprano nos subíamos a los camiones y ofrecíamos nuestro show”, recordó aquellos tiempos, mientras continuaba construyendo una figura más. 

Destinado a regalar sonrisas

Antonio, mejor conocido entre el gremio de los payasos como “Candadito”, al saber que su camino estaba destinado a regalar sonrisas, tomó cursos de papiroflexia y especializó su técnica para hacer figuras con los globos tanto que entre sábado y domingo puede hacer más de 100 figuras para sus principales admiradores: niños y niñas.

Comenta que durante su estadía en el mar, se vive bien pues la embarcación tiene todo lo necesario, además lo que más disfruta es el alimento 100% fresco que sacan del mar para sus platillos. Las ganancias son atractivas para estos pescadores, así que la larga espera, vale mucho la pena, pues su producto está prácticamente vendido.

A su llegada a tierra, Antonio se pone sus zapatos blancos de charol, su pantalón con tirantes de colores y desempolva su equipaje para salir a las calles ya personificado como Candadito, los lugares que más visita son las plazas comerciales en donde instala su sombrilla y coloca sus globos de colores para sus creaciones.

“Me siento triunfador, hago lo que me gusta y me pagan por ello”, y asegura que toda esta buena fortuna no fuera posible sin el apoyo incondicional que ha recibido de su esposa y el amor. A Candadito se le ve con mayor frecuencia en Plaza las Américas los fines de semana.

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