Enfrentar la violencia desde la escuela: tres estrategias

Es indudable que vivimos en un lugar y un tiempo caracterizados por la disrupción de la violencia. La educación no es, ni remotamente, una excepción...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Es indudable que vivimos en un lugar y un tiempo caracterizados por la disrupción de la violencia. La educación no es, ni remotamente, una excepción. ¿Qué es lo que podemos hacer en la escuela para evitarla? ¿Qué prácticas educativas debemos innovar para afrontar este complejo reto?

 Dwight Carter y Mark White, dos profesores y directivos escolares estadounidenses, proponen tres estrategias de innovación institucional para enfrentar las muchas disrupciones que vive la educación actual. Primero, hacer frente de inmediato a la situación disruptiva, para hacer un efectivo control de daños; luego, adaptarse pronto a las nuevas circunstancias, para aprender a vivir con los cambios; finalmente, planear a largo plazo para transformar positivamente la situación.

 Como otros lugares del mundo, en nuestra ciudad han ocurrido eventos trágicos que han puesto en riesgo la seguridad de sus estudiantes. El escribidor de estas líneas tiene la lamentable experiencia de haber vivido de cerca el ataque que le costó la vida a una estudiante. No es posible mencionar una disrupción más cruel y despiadada. El daño terminante a ella, el irreparable dolor de su familia, la confusión de sus compañeras, así como la tristeza de sus profesores no se borrarán jamás.

 En esa situación, el golpe disruptivo de la violencia fue tan grande, y tan nuevo, que la institución no pudo seguir los tres lineamientos sugeridos por Carter y White. Ni se reaccionó de inmediato, lo que creó confusión e ira; ni se reflexionó sobre las adaptaciones que la inesperada situación requería, lo que dio miedo; ni se hicieron transformaciones profundas, lo que generó incertidumbre. El aciago incidente dejó una dolorosa cicatriz pero no un aprendizaje inmediato.

 Tiempo después hubo otra negra visita de la violencia a la institución. Un hombre, ajeno a la organización, fue abatido a tiros en las inmediaciones de las instalaciones educativas. A diferencia de la vez anterior —y quizá gracias al tiempo trascurrido, que generó un aprendizaje diferido— en esta ocasión sí se respondió de acuerdo a las tres estrategias. De inmediato se abordó el problema, por medio de la comunicación institucional, para informar y tranquilizar a la población estudiantil; luego se realizaron cambios relevantes para mejorar la seguridad de todos y todas, como la implementación de identificaciones para entrar y salir de la institución; y finalmente se revisaron protocolos y actuaciones para diseñar las transformaciones que nos permitieran seguir educando con seguridad y tranquilidad.

 Las tres estrategias de Carter y White realmente funcionan. Si las organizaciones educativas las practican hasta interiorizarlas, hacer frente inmediatamente, adaptarse a los cambios y transformarse a largo plazo no sólo permitirán enfrentar la violencia sino además convertir estos terribles incidentes en significativos aprendizajes para todos. Los necesitamos para acabar con la violencia.

Lo más leído

skeleton





skeleton