María José Castillo/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “La aviación es una carrera muy hermosa, aunque no admite errores, un error en la aviación puede ser fatal... El 95 % de los accidentes que ocurren son por un error humano”, así describe el ex piloto de aviación Antonio Sacre y Sacre la profesión a la que le dedicó 31 años de su vida durante los cuales voló 20 mil 300 horas.

El oaxaqueño de ascendencia libanesa tuvo a su cargo el buen aterrizaje de aviones en los que viajaron personalidades como Chespirito y su compañía, el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, Elizabeth Taylor y Richard Burton; y miles de pasajeros que sin conocerlo, confiaron en él su seguridad aérea.

Hoy a los 92 años, los ojos le brillan al recordar el momento en el que fue llamado por primera vez para ser entrenado como capitán en 1958, luego de siete años de sentarse en el lado derecho de la cabina como copiloto.

“El 1 de octubre entré a Mexicana, estuve con muy buenos compañeros en el curso de aspirante a copiloto”, rememora con visible emoción el veterano en aviación, sentado desde el comedor de la casa, en el centro de Cancún, en donde vive desde hace 32 años.

Aunque en realidad el capitán Sacre, como es conocido entre sus allegados, comenzó a surcar los cielos desde 1945 cuando inició la carrera de piloto.  “Y de ahí empezó mi vida profesional, una vida muy diferente a la que tenía antes”.

Pionero del sindicato de aviadores

El capitán Sacre presenció la creación del primer sindicato de trabajadores de la aviación en México, la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA).

“ASPA se hizo, en mi forma muy personal de pensar, por hambre; se tuvo que ver al presidente de México, Adolfo López Mateos, y enseñarle cómo trabajaban los pilotos, ni él creyó la forma en la que trabajábamos, no teníamos jornada laboral; y él había sido secretario de trabajo”, comparte Sacre y Sacre.

“No había un horario específico para los pilotos. Cuando hicimos el sindicato, se consideraron las horas que trabajábamos y nos dimos cuenta de que teníamos una jornada más fuerte que la de un albañil”, apunta el entrevistado.

Luego de todo un movimiento al que se sumaron también los empleados de Aeroméxico; y de aclarar que los trabajadores deseaban mantener sus puestos, pero con mejores condiciones laborales, finalmente se fundó el sindicato.  “¡Qué a gusto volé yo con Mexicana! porque después de eso el sindicato y Mexicana eran uña y mugre”, señala entre risas.

Herencia aviadora

Hoy tres de sus hijos y dos de sus nietos han seguido sus pasos. El mayor de sus herederos incluso voló con él como su piloto poco antes de que Sacre y Sacre se jubilara; el segundo fue su copiloto y el tercero, su discípulo; pues el capitán fungió gran parte de su carrera como asesor de vuelo.

“Volar es una experiencia muy bonita y de mucha responsabilidad... y tengo tantas historias qué contar, no terminaría si te las cuento, todas me llenan de satisfacción...”, dice con la expresión de quien ha cumplido con su deber.

Un pedido muy especial

El veterano de la aviación lamenta el cierre de Mexicana y también que, a casi cinco años de haber cerrado, ni la aerolínea ni el gobierno han pagado lo que corresponde a los empleados que ahí trabajaban.

“Yo quiero, a través de este importante medio, hacerle un pedido al gobierno federal, de que se paguen los haberes que aún le deben a los empleados; se fueron sin un centavo y hasta hoy no han recibido nada”, denuncia el piloto retirado.