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Teresa Pérez/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Cuando tenía 17 años, un golpe de suerte inició a Laura Zamora Elizondo en el mundo de la vinicultura, y hoy es reconocida a nivel internacional.

Hoy, a sus 57 años, la enóloga de Bodegas Santo Tomás, en Baja California, sabe bien a dónde va y está dispuesta a conquistar nuevas tierras con su carta de presentación: calidad y trabajo bien hecho, según contó en exclusiva a Novedades Quintana Roo. 

Por unos días dejó Ensenada, Baja California, para visitar Cancún, donde ofreció una cena maridaje en conjunto con la Bodega Santo Tomás en el hotel Secrets The Vine. 

La primera enóloga en la historia de México lleva 40 años dedicada a su trabajo, al que llegó por casualidad, y hoy lo revive como si fuera ayer, principalmente cuando se sintió atrapada entre aquellos aromas, texturas y sensaciones que le regaló el vino.

Sabe que el éxito de crear un buen vino es saber hacer un trabajo en equipo, desde la preparación de la tierra para la siembra y cosecha, a la elaboración y “crianza” en barricas de roble donde permanecerán por 24 meses para complementar su proceso de reposo en botella. El proceso concluye cuando el vino se sirve en la mesa para ir directo al paladar. Algo que le enorgullece es ver que los vinos de su casa son reconocidos a nivel nacional e internacional, y como dice, al vino se le debe querer como a un hijo. 

El resultado de su amor por este “elixir de los dioses” lo ha visto desde el inicio de su carrera, cuando comenzaron los reconocimientos. La casa vinícola ha recibido 160 preseas, entre ellas las Premium, en concursos nacionales e internacionales. 

Dicen que el vino es cosa de hombres… 

Para que una mujer destaque en este ramo, tiene que trabajar hasta seis veces más de lo que hace un hombre, en mi experiencia, además de la lucha, la calidad y equilibrio en mis vinos han sido mi carta de presentación.
Afortunadamente, en México la presencia de mujeres productoras de vino está marcando una tendencia. “Hoy hay 10 enólogas que se colocan a pasos agigantados en el mundo vitivinícola, entre ellas, mi hija Diana Nava, quien participa con dos jóvenes más en el proyecto experimental Entre Santos”.

¿Cómo empezaste en el mundo del vino?

Estudié técnico laboratorista y tuve un maestro que era el gerente de producción de la casa, me invitó para hacer prácticas profesionales y ahí comenzó mi historia, primero por necesidad (sonríe), y fui pasando por distintos puestos hasta que me hice cargo de la producción.

¿Cómo sobrevive una mujer en un mundo de hombres?

No me ha preocupado que los hombres me acepten como enóloga, me la vivo metida en la bodega, haciendo lo que más me apasiona y tengo un equipo que me respalda. Es un mundo tan elitista donde sólo quien conoce sobrevive, ¡imagínate! en esa época que comencé como enóloga, eran todos señores y yo una morra de veintidós años. 

La gente te va a hacer daño si tú te lo permites y si nos preocupamos por lo que la gente hace o dice perdemos el tiempo.

¿Qué le preocupa a la enóloga de Santo Tomás?

Que la gente no logre detectar en el vino la apariencia, color, brillo y aroma que exalta en cada nota, es importante que descubra sensaciones en su paladar. 

México, Chile, Argentina y España, ¿cuál es mejor?

El nuestro es mucho mejor. Si comparamos un vino mexicano con uno español, italiano, o francés, en el mismo rango de precio, sobresaldrá la calidad de los vinos mexicanos, pero si la comparación es de una copa de vino para paladares jóvenes, con uno de etiqueta internacional Premium, el resultado sin duda será a favor del internacional.

¿Qué dice a las futuras enólogas?

Siempre insisto en que no pierdan el piso y que tengan claro que el hacer un buen vino, no es cuestión de género, sino de dedicación y hacerlo con gusto y amor.

El vino Único tiene un antes y un después, ¿cuál fue el secreto?

En la primera edición, en 1999, la cosecha estuvo a cargo del enólogo anterior a mí, ya en 2002 marqué tendencia y este vino se colocó entre los mejores como etiqueta Premium, su crianza es en barrica de roble francés durante 24 meses: 18 para Cabernet Sauvignon, seis meses para la mezcla con Merlot y 12 meses para la mezcla de reposo en botella.

¿Su vino favorito?

Me gusta un “Barbera” por su sabor, es una sensación agradable a mi paladar. El vino Premium “Único”, además de su sabor me llega al corazón, era el favorito de mi hermana y en su memoria cada vez que lo hago es como hacerle su corona de flores.

¿Cuáles son los retos de Santo Tomás?

Primero, el compromiso de sostener calidad hasta que llegue a la mesa y posicionar nuestros vinos en el mercado nacional e internacional, es hora de apoyarnos en nuestra historia y nuestra gama de etiquetas se puede adaptar a cualquier tipo de comida mexicana a pesar de lo difícil que pueda ser nuestra gastronomía.

¿Qué sigue?

Seguir estudiando, hacer mis vinos y hacer crecer mi restaurante con la promoción de vinos ricos con maridaje.

¿Y fuera del vino?

Lo mío no es correr o caminar, en cambio, sí lo es viajar y estar con mis nietas e hijas.

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