Funde un abrazo el amor de madre e hija

La menor escapó de una casa hogar; nueve días después se encontró con su mamá.

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Las menores serían trasladadas a la casa hogar del DIF Municipal. (Eric Galindo/SIPSE)
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Eric Galindo/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Hace siete años, Catalina emigró de Yucatán a Cancún con sus tres hijos, un niño y dos niñas, en busca de una mejor calidad de vida, buscó trabajo, pero tuvo que dejarlos en la casa hogar “La Casita”, de donde cuatro años después, su hija mayor, actualmente de 18 años, se escapó para irse a vivir con ella y la semana pasada la hermana de 13 años, María, también escapó, pero tardó nueve días en verse con su madre en las instalaciones de Novedades Quintana Roo.

El encuentro fue emotivo, la incertidumbre que tenía Catalina se despejó al ver a su hija ingresar a la sala de espera de Novedades. A la mamá le pasaron por la mente muchas situaciones, si su hija estaba bien o herida, llegó a pensar lo peor.

Un abrazo fundió el amor de madre e hija. Las lágrimas fueron testigos del encuentro. La menor estaba acompañada de Lucero N, de 16 años, otra menor que escapó del centro de asistencia social “La Casita”.

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Lucero N y María no son hermanas de sangre, pero los lazos de amistad que arraigaron por años, hicieron que ahora se vean como familia, no quieren estar separadas una de la otra. Tienen la misma historia, ambas fueron dejadas desde pequeñas en dicho centro por sus padres.

María tenía cuatro años y Lucero nueve cuando llegaron a La Casita, su vida se limitaba a cuatro paredes, no podían salir de las instalaciones que se ubican en la Región 510, sobre la avenida México. Las dos tienen hermanos en el centro y su ilusión es que salgan de ese lugar, para vivir como familia. Ya no quieren vivir bajo ese yugo.

Planes de fuga

Una semana estuvieron planeando su fuga. Tomaron esa decisión porque ya no querían recibir más regaños y golpes. Cuando les llamaban la atención el cuidador les gritaba y les ordenaba que los miraran a los ojos, si no lo hacían eran golpes en la mejilla.

Recibieron educación, alimentos y vestido, pero el trabajo que desempeñaban era rudo. El sábado 2 de febrero, esperaron a que  llegara la hora de lavar su ropa, subieron a la azotea, prepararon sus maletas, después brincaron una barda y llegaron a la calle.

María tenía 50 pesos, abordaron un taxi para que las llevara a Rancho Viejo, sólo sabía que sobre esa avenida vivía su mamá Catalina. Se hizo de noche, pero nunca dieron con el domicilio. La última casa en la que preguntaron fue la de la familia Muñoz Ruiz. Las menores pidieron posada y fueron aceptadas. Platicaron la odisea que habían pasado en sus vidas.

Los nueve días que estuvieron con esa familia recibieron apoyo, hasta ayer que decidieron trasladarse a una estación de radio para reportar a las menores, que ya eran buscadas por la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

María y Lucero fueron puestas a disposición del Ministerio Público del Fuero Común (MPFC) la tarde de ayer por un representante del DIF Municipal. El destino las volverá a juntar, pero ya no en “La Casita”, ahora las acobijará la casa hogar del DIF Municipal, con la esperanza de que en un tiempo no muy largo, podrán reunirse con sus familias.

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