Incierto futuro educativo

En el sector educativo no hay nada nuevo, algunas propuestas son completamente absurdas e irreales.

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En este primer round de tanteo político de la precampaña electoral hacia la elección presidencial, el debate entre los suspirantes se ha caracterizado por la pobreza de las propuestas con que abordan los graves problemas nacionales. En el sector educativo no hay nada nuevo, algunas propuestas son completamente absurdas e irreales, como derogar una reforma constitucional o incrementar significativamente el salario de los maestros. Parece que olvidaron que la educación no depende sólo del gobierno, tampoco de los maestros. La educación es un trabajo en conjunto de servidores públicos y sociedad, pero sobre todo es un acto de conciencia y de responsabilidad que todos debemos adoptar para lograr nuestro desarrollo como país y alcanzar una mejor calidad de vida. Bien decía Paulo Freire: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.

No se necesita ser un analista experto para afirmar que la educación es sin duda el principal problema de México. La degradación y descomposición social, aderezadas con la inseguridad, la violencia, la ilegalidad, la impunidad, la corrupción y la irritación social, tienen como antídoto a la educación para combatir estos males arraigados en las clases sociales más bajas, donde la pobreza y la desigualdad generan estos males sociales. El sistema educativo nacional es una aparatosa estructura burocrática, ineficiente, que rinde resultados muy pobres, sin capacidad para cumplir sus pomposas reformas evidenciadas una vez más por los informes de la prueba PLANEA.

Los focos de alarma están prendidos; sin embargo, los aspirantes ni lo notan o no los quieren ver, pero todos sabemos que nuestro destino colectivo está atado inevitablemente a la educación. Urge una acción de Estado decisiva, un esfuerzo extraordinario de los gobernantes; no puede estar representada por la propuesta aislada de un partido político o una coalición de partidos, lo que se requiere es que todos los partidos políticos sumen esfuerzos para diseñar y echar a andar una estrategia ambiciosa en materia educativa. Alejemos a la educación de las campañas, que todo mundo hable, se informe y discuta sobre educación; esto sería enfrentar la tarea de reconstruir la gestión del sistema educativo, edificar un auténtico sistema federal, con menos centralismo y entidades federativas con mayor capacidad de decisión en educación.

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