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Gente que le sabe a esto, como el muy sólido Luis Rubio, cree que el anuncio de que se cancelarían las comisiones de los bancos no fue un error político ni una descoordinación del nuevo gobierno, sino una manera anticipada de traer a los bancos a negociar en condiciones desventajosas. Un trutrú maquiavélico.

Otros comentaristas ven en el acontecimiento una prueba más de la ceguera del nuevo gobierno ante la reacción de los mercados, o de su indiferencia hacia ellos, ya que de lo que se trata es de establecer quién manda aquí, cueste lo que cueste.

Lo que registran y sugieren los medios es un hecho igualmente interesante: que estamos acudiendo a la primera disputa por el poder en el corazón del futuro gobierno.

De un lado, el presidente del senado, Ricardo Monreal, anuncia soberanamente, como poder independiente del Ejecutivo, una legislación de alto impacto. Asume un alto protagonismo.

Frente a él, al día siguiente, la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, desconoce el anuncio de Monreal y lo descalifica diciendo que Morena no hace “bomberazos”.

Al día siguiente, en una declaración tajante el Presidente electo define la querella: dice que su gobierno no piensa hacer cambios legales que afecten el ámbito fiscal, económico o financiero.

Es decir: Monreal juega sus cartas para ser un personaje autónomo en el gobierno de sucesión de López Obrador, su jefa de partido intenta frenarlo sin éxito y finalmente el jefe pone orden.

La prensa de ayer añade una nota interesante a la deriva de la lucha interna. En la elección del coordinador de Morena en el congreso de Ciudad de México, el candidato afín a Monreal, José Luis Rodríguez, le ganó por un voto a Ricardo Ruiz, el candidato afín a Claudia Sheinbaum, la futura jefa de Gobierno. Los perdedores impugnarán.

Puesto todo junto, lo visible es el pleito político interno, lo dominante es la autoridad del próximo presidente y lo interesante para ociosos y conocedores es el primer indicio, tan prematuro como inevitable, del mexicanísimo juego adelantado de la sucesión.

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