Preferencia sexual, causa del mobbing

En promedio una de cada tres personas homosexuales sufre de acoso en sus centros de trabajo.

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En el marco del Día Nacional Contra la Homofobia, autoridades señalaron que trabajan para luchar contra este mal. (Tomás Álvarez/SIPSE)
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Oskar Mijangos/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- El acoso laboral es más común de lo que parece hacia los homosexuales, pero ante el temor o la falta de cultura de la denuncia, son muy pocas las víctimas que dan a conocer esta situación.

Uno de cada tres empleados sufre de "mobbing" 

A pesar de no existir estudios al respecto, una encuesta publicada ayer por parte de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Quintana Roo (Cdheqroo), señala que en promedio, uno de cada tres sufre de “mobbing” en sus centros de trabajo.

El Ombudsman de Quintana Roo, Harley Sosa Guillén, destaca que las denuncias por discriminación son pocas en el Estado, apenas 15 en lo que va del año, pero se están efectuando encuestas y diversos programas para conocer la realidad, siendo el acoso laboral uno de los datos que ya han logrado obtener.

Pocas víctimas se quejan 

Las quejas por este delito son mínimas, pero esto no quiere decir que no se den, por ello parte de las acciones que emprenderá la Cdheqroo, es buscar métodos para conocer la realidad social que impera en la entidad.

Arturo Cahuil Zárate, es homosexual y dueño de un gimnasio, y a pesar de haber dado a conocer a su familia y amigos su preferencia sexual a los 15 años, nunca había sufrido algún trato de discriminación.

"Creía que en la escuela era donde más se daban las bromas" 

Durante su estancia en la universidad, jamás fue molestado por alguien, aunque en el ambiente laboral, en algunas ocasiones, ha tenido altercados o como él lo considera, malentendidos. “Es raro, creía que en la escuela era donde más se daban las bromas o molestias, y en el trabajo se supone que ya somos mayores y con experiencia, como para que la preferencia sexual sea un problema, claro, así como me respetan, yo respeto a mis compañeros, no ando acosándolos ni nada, las cosas no son así”.

En el gimnasio no se presenta como el dueño, sino como un usuario más, y en ocasiones algunos de los que van por primera vez, al descubrir que es gay, se incomodan un poco cuando él utiliza alguna máquina que ocuparán, pero al saber que es el propietario, se tornan incluso amables. “Es algo tonto, no debería ser así”, reflexionó.

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