Ichkabal, un tesoro ignorado en Bacalar

Dormida en la selva, permanece majestuosa pirámide central que cuadruplica en volumen a la de Chichén Itzá.

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La pirámide central, afirman, revelaría el enigma maya. (Juan Carlos Gómez/SIPSE)
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Juan Carlos Gómez/SIPSE
BACALAR, Q. Roo.- Ichkabal permanece dormida en medio de la selva, como esperando el momento de ser redescubierta y recibir, ahora sí, los reflectores que cree merecer y, en consecuencia, beneficiar a quienes viven en sus alrededores.
 
Descubierta en 1995 en el ejido de Bacalar, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) inició la exploración y excavación hasta 2003. Su relevancia estriba en que la pirámide principal mide 200 metros de base y 47 metros de altura, con un volumen cuatro veces mayor que la de Kukulcán, en Chichén Itzá, una de las siete maravillas del mundo moderno.
 
Incluso Javier Aranda Pedrero, director del Fideicomiso de Promoción Turística de la Riviera Maya, declaró en varias ocasiones que sería el atractivo más grande del país, pues desde el punto de vista histórico sería como las pirámides de Egipto.
 
Pero eso fue tres años atrás y las estructuras continúan como una pila de rocas. Desde la pirámide principal se puede observar la selva como si de una alfombra verde se tratara.
 
“Esta pirámide podría desenredar una serie de ideas preconcebidas como la que refiere que los mayas desaparecieron misteriosamente. 
 
En realidad no fue así, estas pirámides podrían ejemplificar cómo los mayas fueron avanzando en sus construcciones dirigiéndose al sur”, explica.
 
Alejandro Canché Escamilla, epigrafista de la cultura maya. La antigüedad de la ciudad se ha establecido en 250 años antes de Cristo y fue dos mil 245 años después cuando Alejandro Cano, dueño del rancho “El Suspiro”, mostró las ruinas a dos investigadores del INAH, Luz Evelia Campaña y Javier López.

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