Juan Estrada/SIPSE
CANCÚN, Q.Roo.- Una menor de dos años pierde la vida en un incendió; la pequeña tomó un encendedor provocando que el colchón en donde se encontraba recostada la envolviera en llamas.

El sol de medio día era incandescente al arribar a Puerto Morelos, en la calle 50, manzana 24, colonia 23 de Enero, ya se encontraban bomberos, ambulancias, judiciales y policías, todos adentrados en un ambiente de miradas confundidas de los vecinos del lugar, lágrimas que brotaban lentamente de los ojos, sobre todo de damas, que poco a poco comprendían que en el interior, el cuerpo calcinado no era de un adulto sino de un infante.

La cinta roja que delimitaba el paso era violada por los curiosos a quienes siete elementos de entre 15 y 16 años pertenecientes a Protección Civil se encargaban de indicarles que pasen de la cinta por su seguridad, ya que en el interior de la choza aún se observaban algunas partes humeantes y en el interior un tanque de gas.

El reporte del incendió no llegó como la mayoría de las veces al número de emergencias 066, esta vez algunos bomberos observaban que al cielo ascendía una línea de humo negro por lo que procedieron a tomar su equipo, sonar la chicharra y salir a todo vapor para enfrentarse a las llamas que envolvían el predio al fondo de un pasillo.

La madre de la menor N.S.A.G, quien se llama Karla Aguirre Gutiérrez fue trasladada en ambulancia a Cancún junto con su hermana Carmen Aguirre Gutiérrez, debido a que sufrieron quemaduras en 25% de su cuerpo. La niña se encontraba sola en casa cuando sucedió el siniestro; en la banqueta enfrente del inmueble una joven lloraba, indicó que la menor calcinada era su sobrina. El padre de la menor responde al nombre de Rubén Aguirre Escalante.

Poco antes que el reloj marcara las 13:00 horas ya había arribado el ejército para corroborar los hechos cuando entre la multitud una señora de cabello pelirrojo arremetió entre la multitud para entrar corriendo al inmueble; se trataba de la abuela de la fallecida.

A las 13:16 dos patrullas de la Policía municipal seguían bloqueando la calle, los bomberos retiraban el vehículo con bomba para el agua adaptada y aun esperaban a que llegaran los peritos para revisar la escena de desastre.

Pasando la reja de madera del predio el ambiente era de llantos, ojos rojos, miradas buscando respuesta incluso una que observó con odio a un oficial por tratar de controlar la entrada precipitada de la abuela.