Poder y misoginia

Hoy atraigo a mi memoria a la inigualable décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz...

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Hoy atraigo a mi memoria a la inigualable décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz, quien convirtió su cuarto, en el convento de la Orden de San Jerónimo, en punto de reunión de intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, por tan solo citar. Sus obras datan de hace más de 300 años y aún siguen vigentes; traigo a colación uno de los poemas que la perpetuaron y me refiero al de “Hombres necios que acusáis/, a la mujer sin razón,/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis…”.

Lo dictado es sin duda el fragmento de sempiterno escrito, cuyo valor en esta segunda década del siglo XXI cobra relevancia; máxime si hay quienes se erigen como jurado misógino, calificando con visceralidad acciones de alguna mujer, sin darse cuenta de que su comportamiento es mucho más bochornoso que lo que presuntamente increpan.

Quiero enfatizar que lo anterior lo traigo a colación en esta columna semanal, toda vez que el día de ayer, en una institución del sector salud asentada en la Colonia Industrial, fuimos enterados de triste y desafortunado evento que lacera las entrañas del ser humano, cuando de agresión verbal, física, emocional o laboral contra la mujer hablamos. Esto lo redacto con indignación y gran consternación, ya que la fotografía relatada, en circunstancias execrables, contrasta notoriamente con los planteamientos y acciones llevadas a cabo por los actuales gobiernos federal y estatal, que, con el ejemplo, han predicado la equidad de género en sus puestos administrativos de alto mando. Por cierto la Secretaría de la Mujer es una realidad en este rincón del México moderno.

Lo más lamentable del caso es que este sainete fue puesto en escena por funcionario médico de emblemático hospital, quien, por cierto, posee abultado expediente con antecedentes de actitudes que ensalzan la misoginia dentro del gremio y de forma oficial existe -documentalmente hablando- repudio de quejosas.

Desafortunadamente, en algunas personas, las presiones y problemas internos hacen eclosión en las áreas laborales y terminan con arrebatos matizados de violencia, contra la que se está luchado y buscando en conjunto erradicarla.

La Ley de Servidores Públicos, el Código de Conducta, los convenios y derechos logrados entre empresa y sindicato, la NOM-035-STPS 2018 (próxima a entrar en vigor), la Ley Federal del Trabajo, por tan solo citar, para él son letra muerta, y, lo que es peor, hasta el momento nadie hace nada por frenarlo. El compromiso de trabajar en equipo y con sensibilidad está siendo guardado en el cajón del olvido. ¿Cuánto más habrá que tolerar por parte de las mujeres de esa institución el juicio inquisitivo con el actual jurado misógino? Aún tenemos mucho de qué hablar.

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