¿Y ustedes qué opinan del agente 007 en "Spectre"?

Los efectos y secuencias de acción son de muy buena factura, mezclando acción real con efectos digitales.

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Las actuaciones tienen la calidad de las entregas anteriores. (Contexto/SIPSE)
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Por: Rafael Destúa

Cuando se relanzó la franquicia de James Bond, con Daniel Craig encarnándolo, empezaron desde cero a contar sus primeras historias, enlazándolas como el mismo Ian Fleming nunca hizo. Bond fue redefinido y parecía lejos del cínico asesino conquistador de la saga anterior; sin embargo, las nuevas entregas ahora son una clara precuela hasta llegar al 007 que conocimos, y “Spectre” parece ser el último escalón.

El nuevo “M” pone de baja temporal a Bond luego de una desastrosa misión personal en México, que el agente se niega a revelar por qué llevo a cabo, y que da pretexto a que cancelen al MI-6, que está en proceso de fusión con el resto de la inteligencia inglesa, que a su vez ha pactado una amplia colaboración internacional con otros nueve países. No obstante, 007 sigue su propia agenda para llevar a cabo una misión de la difunta “M”, misma que le lleva de nuevo a un tour por su propio pasado.

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Otra vez bajo la dirección de Sam Mendes, “Spectre” nos lleva en un dinámico tour de acción injustificada en locaciones de lujo alrededor del mundo, un viaje que se disfruta a pesar de que esta es la cinta más ilógica de la nueva era de Bond.

Mendes impone su ritmo desde las primeras escenas, en el Zócalo de la Ciudad de México, donde Stephanie Sigman es una efímera chica Bond. A partir de ahí, nos lleva a Londres, Roma, Austria, Tánger y otros sitios más, manteniéndonos en emoción y suspenso constante, al grado que nadie se pregunta cómo es que un agente secreto sin respaldo de su agencia puede viajar alrededor del mundo en cosa de minutos; eso prueba que el director sabe crear una atmósfera que atrapa a su audiencia.

Con más acción que en las entregas anteriores, volvemos a la dinámica de las cintas clásicas del superespía con persecusiones, balaceras, explosiones y destrucción constante, todo entre martinis y bellas mujeres. Los efectos y secuencias de acción son de muy buena factura, mezclando acción real con efectos digitales, sin que se note la diferencia.

La edición es meritoria, pues por medio de ella se impone un ritmo narrativo frenético, pero que a pesar de la complejidad de las secuencias de acción no perdemos el hilo de lo que vemos. Ese mismo ritmo se pausa cuando es necesario para dar suspenso o emotividad.

Las actuaciones tienen la calidad de las entregas anteriores, aunque sí las demeritan los elementos ilógicos del libreto, pero detallarlo revelaría la trama. Christoph Waltz, como el villano, se luce.
Una cinta para los fanáticos de Bond o del cine de acción.

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