La nueva amenaza recorre los pasillos de un PRI en bancarrota desde el cinco de junio de 2016, cuando entregó la gubernatura a Carlos Joaquín González. Huele a pesadilla la posibilidad de que el PRI se quede sin escaño en el Senado, posición que ocupó solitario por décadas y que a partir de 2006 ha compartido con el Verde Ecologista.

Ahora la fórmula será encabezada por una mujer de Nueva Alianza, quien llevará como segundo a un priista que podría ser Raymundo King de la Rosa. Lo grave del caso es que el partido fundado por la profesora Elba Esther Gordillo aporta migajas electorales e incluso siete de cada 10 profesores votaron por Carlos Joaquín, según estimación de líderes genuinos que se enfundaron el overol en aquella guerra.

El Panal tendría que encontrar en sus filas un peso completo como su diputado federal Carlos Gutiérrez García, o con bíceps del neo moreno Florentino Balam Xiu. Tendría que ser una mujer con mucha presencia en el estado, y no figura en el radar de muchos sabuesos.

En cuanto a la posibilidad de que Raymundo King sea el candidato –es coordinador de su bancada en el Congreso local y dirigente estatal del PRI–, el chetumaleño tendrá que multiplicar su esfuerzo para que su fórmula coseche el triunfo, opción complicadísima porque las coaliciones encabezadas por Morena y PAN son dignas de respeto.

En 2012 el ex gobernador Félix González Canto fue segundo en la fórmula encabezada por el “Niño Verde” Jorge Emilio González Martínez, quien no abandonó la hamaca en toda la campaña. Pero entonces el PRI estaba en la gubernatura y tenía un repertorio ilimitado para superar a sus débiles adversarios.

Carlos Joaquín, inflexible con Borge

El gobernador Carlos Joaquín habló fuerte al referirse al inminente arribo de su antecesor Roberto Borge, procedente de una cárcel panameña. Por las dimensiones de sus delitos pide que permanezca en prisión cuando sea devuelto a México y que sea obligado a reparar el daño patrimonial que causó, según publicó El Universal.

Es muy probable que Borge sea trasladado al Cereso de Chetumal, cercano al aeropuerto que fue su segundo hogar por casi seis años.