Ciudad del miedo

cada día se registran más asesinatos relacionados con el crimen organizado en Cancún.

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Cancún se está convirtiendo en una metrópoli donde la ley que impera es la de la violencia; cada día se registran más asesinatos relacionados con el crimen organizado, pero también de casos terribles en los que se ven involucradas personas de condición humilde que en su frustración, no reparan en cometer delitos graves como el homicidio en víctimas con su misma condición social.

El llamado Crucero se ha convertido en un infierno, también en un sitio de expiación, pero más lamentablemente, en un lugar donde la gente demuestra el nivel más crudo de insensibilidad y falta del más esencial humanismo que debería llenarnos de vergüenza.

Apenas el pasado sábado, una multitud calculada en 100 personas presenció el asesinato de un humilde trabajador, a manos de varios sujetos que lo cosieron a puñaladas.

La masa presente, conformada incluso de mujeres y menores de edad, quizá acostumbrada a espectáculos dantescos como éste, sencillamente se dedicó a grabar en video y tomar fotografías del infortunado hombre desangrándose en el pavimento.

¿Hasta dónde ha llegado el grado de indiferencia de la gente que en lugar de llamar a la policía para evitar el atroz asesinato prefirió dejar evidencia del hecho sangriento, como si se tratara de una escena de televisión y de cine y no un hecho real con sus graves consecuencias?

¿Dónde estaba la autoridad policiaca cuando ocurrió este lamentable suceso, sabiendo que esa zona es una de las más conflictivas de la ciudad y por ende tendrían que redoblar la vigilancia?

La respuesta la dio un taxista de Cancún al día siguiente de este terrible acontecimiento: los policías no sólo conocen cuáles son los delincuentes, su modus operandi, los sitios donde cometen sus fechorías y hasta las horas en que las realizan, sino que además son sus cómplices.

Y para ejemplificar su dicho, señaló que en una ocasión estaban asaltando a una persona saliendo de conocido bar enclavado en la zona del Crucero y en cuanto llegaron los agentes de la policía municipal, los delincuentes dejaron su labor, se acercaron a la “autoridad” y como grandes amigos se dieron un apretón de manos.

Se habla demasiado sobre el trabajo que llevan a cabo las autoridades encargadas de la seguridad pública, de las inversiones en patrullas, capacitación en el personal policiaco y demás acciones, pero mientras la corrupción no sea combatida con seriedad, los asesinatos, secuestros, atracos a comercios y viviendas continuarán siendo un dolor de cabeza para los ciudadanos.

Materia aparte merece la reflexión sobre el proceder de la gente que no muestra ni el más mínimo sentimiento de dolor al ver a un ser humano siendo asesinado en sus narices y por el contrario, se convierte en cómplice del asesino al no hacer nada y peor aún, atreverse a tomar fotos y grabar videos como si se tratara de un espectáculo del antiguo circo romano.

Es una pena muy grande saber que una ciudad tan hermosa como Cancún se esté convirtiendo en la urbe de la muerte, de la insensibilidad y la indiferencia humanas y no sólo por culpa de quienes la gobiernan, sino de sus mismos habitantes que tienen el corazón lleno de odio.

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