Factible la obligatoriedad del voto

El voto constituye la piedra angular de la democracia. Sin embargo, en casi todos los países...

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El voto constituye la piedra angular de la democracia. Sin embargo, en casi todos los países democráticos es voluntario. Por ejemplo en ´países como Bélgica o Grecia el ejercer el voto lo entienden como obligación y penalizan a quien no cumple. Es triste, decepcionante, frustrante que menos del 30 por ciento del padrón nominal en Quintana Roo por ejemplo decida quienes tendrán en sus manos la creación de leyes que serán iguales para el 70 por ciento que no salió a votar el pasado domingo 2 de junio.

Desde hace algunos años en los medios de comunicación se ha extendido la idea de que los partidos políticos son territorios donde predomina la corrupción y la ineficiencia. Muchos creen que los políticos deben ser castigados por haber dado la espalda a la ciudadanía y por ocuparse solamente de sus intereses que suele ser siempre la misma cantaleta.

El desprecio por la política refleja una extendida decepción ante la democracia, que no parece cumplir las esperanzas que se depositaron en ella, un menosprecio que los políticos, con su demagogia, alientan todos los días. Creo que debemos acostumbrarnos a una nueva civilidad que obligue a reflexionar detenidamente sobre la manera de encontrar que el voto sea útil a pesar de las inclemencias del clima político.

En esta generalizada desconfianza de la política que no solo es privativo de Quintana Roo confluyen los indignados que protestan por el desempleo, los que esperan que la democracia solucione los problemas del desarrollo económico, los marginados que viven en la pobreza, muchas organizaciones gubernamentales, quienes exaltan la voluntad individual para alcanzar el éxito, los que desean un estado restringido que no intervenga en la economía o en la seguridad social y quienes aún siguen frustrados en no seguir en el poder y lo único que hacen es despotricar contra el gobierno en turno para que la gente no salga a votar o lo haga por otra opción distinta.

Desde mi perspectiva, el voto es un derecho. Mucho ha costado hacerlo extensivo a toda la población mayor de 18 años. No obstante, de seguro hay quien, en virtud de alguna ideología cavernaria, quiera rebatir esta afirmación.

El voto es también un deber ya que la vida en sociedad requiere no sólo de espacios de libertad; también requiere que los individuos libres asuman responsabilidades mínimas por el bien común. Así como pagar impuestos permite financiar las obras públicas y redistribuir el ingreso, participar del proceso político permite consolidar y perfeccionar los mecanismos de toma de decisiones, y reforzar el sentido de comunidad, todas cosas que van en beneficio del colectivo.

Lo que sucede es que es muy fácil echarle la culpa al gobierno y acusarlo de la abstención, cuando en realidad este fenómeno se presenta porque los partidos políticos y sus candidatos, no realizan bien su trabajo político y no llegan a convencer a los ciudadanos de acudir a las urnas.

La obligatoriedad del voto, más allá de hacer de un deber moral uno legal, permitirá nivelar la cancha, evitando que ciertos grupos sociales monopolicen el poder político, cosa que de hecho ocurre con el voto voluntario y donde ya hemos vistos los resultados tan penosos.

No fue un fracaso para el Ieqroo, al contrario este organismo cumplió en tiempo y forma con la organización de la jornada electoral, con la promoción intensiva del voto y con la capacitación de los funcionarios de casilla y de los consejos distritales, entonces aquí solo hay un culpable y está entre el político o el ciudadano, usted tendrá la mejor opinión.

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