Justicia: ¡a aguantar vara!

Se ha dicho con insistencia en los medios alternativos que siete meses de gobierno estatal de Carlos Joaquín González...

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Se ha dicho con insistencia en los medios alternativos que siete meses de gobierno estatal de Carlos Joaquín González y un poco más de gestión de la XV Legislatura deberían ser suficientes para tener resultados en las acciones contra la generalizada corrupción del pasado reciente –nos referimos a los cinco años y medio del gobierno de Roberto Borge Angulo, de gestiones en el Poder Judicial y otros órganos, como el administrativo electoral (Ieqroo) y el jurisdiccional electoral (Teqroo)–, pero desde luego los señalados se están defendiendo como gatos boca arriba, pues no sólo peligran las fuentes de jugosos ingresos sino la posibilidad de seguir medrando en el servicio público por inhabilitaciones y hasta su propia libertad.

No ha sido fácil ni lo será en el futuro inmediato, pues mientras la cámara ha logrado, a través de la Comisión de Justicia que preside Carlos Mario Villanueva Tenorio y de la coadyuvancia de otras juntas legislativas, en especial de la Gran Comisión que encabeza Eduardo Martínez Arcila, a quien le toca llevar la parte política de los temas, mandar a las comisiones instructoras a muchos de los personajes cuestionados, éstos, en uso de sus derechos constitucionales, han recurrido a juicios de amparo para eludir los procesos. Lo mismo sucede en el ámbito de la procuración de justicia, donde los pedidos de respaldo a la justicia federal contra acciones de la autoridad menudean y seguramente seguirán surgiendo como hongos en temporada de lluvias.

Ente los juicios políticos mejor encaminados en el congreso está el del exsecretario de Finanzas y Planeación Juan Pablo Guillermo Molina, quien intentó sin éxito obtener la protección de la justicia federal, por lo que los trabajos de la comisión instructora apuntan a su inhabilitación para el desempeño de cargos públicos y a quedar “de pechito” frente a las demandas penales privadas y del gobierno, pero los magistrados electorales Víctor Vivas Vivas, Nora Cerón González y Vicente Aguilar Rojas, verbigracia, solicitaron ante el Juzgado Sexto de Distrito sendos amparos contra el Poder Legislativo y toda aquella autoridad que pretenda afectarlos, lo cual deriva en una suspensión de actos por lo menos durante un par de semanas.

De las muy elevadas expectativas de la población, que esperaba ver a Roberto Borge y muchos otros actores del poder tras las rejas y con traje de rayas al otro día de la toma de posesión de Carlos Joaquín, tienen la culpa una campaña que comprensiblemente debía prometer ese castigo, correspondiente a un clamor de los electores, y los desplantes también entendibles de los actuales diputados cuando tomaron posesión y no estaban dispuestos a permitir la entronización de los priistas en el Legislativo, cometido que por cierto lograron.

Pero ahora se tienen que aguantar: en vez de San Jorge peleando con el dragón de la corrupción borgista la imagen imperante es ahora la de un gobierno local en pasiva espera de las determinaciones del federal y un congreso embrollado en una carrera de obstáculos que a pesar de llevar más o menos los tiempos procesales normales es percibida por la gente como una gestión morosa y decepcionante.

No sorprende pues que la simulación de un brillante niño maya clamando justicia por la corrupción que tanto conmovió a los inocentes cibernautas y a los que fingen serlo haya prendido como yesca en las redes sociales, pero ese y más golpes tendrán que absorber el gobierno joaquinista y la XV Legislatura en tanto los malosos no sean puestos a la sombra. Más les vale que se hagan a la idea, porque la poca credibilidad de sus discursos ya es imposible de ser remediada con más discursos: la única redención posible para los poderes del estado estará en los hechos, y a ellos todos nos remitiremos todos en su momento.

Mientras, ¡a aguantar vara!

 

                                                 HELADA MADRINA

Entre mala leche e ignorancia se manejó el tema de la calificación de HR Ratings de la situación crediticia de Quintana Roo, lo que siempre pasa –de nuevo entre la insidia y el desconocimiento, o de plano por la manipulación informativa de unos pocos, muy pocos que entienden del tema– cuando se trata de transmitir a la gente información expresada en el leguaje de las altas finanzas.

La agencia internacional emitió, en efecto, un boletín en el que situaba los nueve pasivos heredados de la administración anterior en el mejor de los estadios, como resultado de su reestructuración al principio de la actual administración: triple A positiva, ya sea por haber sido reorganizados en sólo cinco cuentas o por haberse solventado, todo dentro del marco de una negociación que amplió cinco años el plazo total de los empréstitos y una muy significativa baja en las tasas de interés a pagar. Pero HR Ratings, al propio tiempo, también expresó la calificación crediticia del estado con una nota de triple B estable, viniendo de triple B negativa.

Con base en la aparente contradicción de estos datos se lanzaron acusaciones de engaño del gobierno, pero en realidad se trata de dos datos, aunque igual de certeros, distintos: una cosa es la calificación de uno o varios créditos y otra muy distinta es la de la entidad como sujeto de crédito.

De la exitosa y oportuna reestructuración del adeudo de Quintana Roo da cuanta la calificación de sus créditos, considerados ahora por sus plazos y servicios de deuda plenamente cubiertos por sus garantías –básicamente las participaciones y asignaciones federales– y perfectamente manejables por el gobierno estatal.

De la no tan espectacular aunque estimulante elevación de perspectiva crediticia de negativa a estable dentro de la misma calificación del estado como triple B da cuenta la reingeniería de la administración pública, la transparentación de las finanzas y las sustanciales mejoras gubernamentales en el manejo de los recursos de todos los quintanarroenses.

Aunque relacionadas, son dos cosas distintas. No hay contradicción ni engaño. Para hablar en cristiano, digamos que estos puntillosos fisgones internacionales de nuestras finanzas dicen que nuestros adeudos ahora son manejables y que nuestro estado es, sin echar campanas al vuelo, digno de crédito y confianza financiera. Como dijera el conejo Bugs: eso es todo amigos.

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