Kong, un gigante palomero

Acción, humor y grandes efectos especiales crean un excelente entretenimiento libre de inteligencia.

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Las actuaciones apenas son necesarias pero habría sido bueno que trabajaran más a los personajes pues habría enriquecido la cinta. (Contexto/Internet)
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Por Rafael R. Deustúa

En los años treinta filmaron una crítica al colonialismo europeo por medio de la historia de un simio gigante que es arrancado de la solitaria isla donde lo encuentran. También se establecieron paralelismos con las consecuencias del tráfico de esclavos y en general “King Kong” se consideró una película emotiva, con cierta profundidad. Hoy en día es un divertido eslabón más en una franquicia de monstruos gigantes.

Tal como vemos en el trailer, un grupo de científicos escoltados por veteranos de Vietnam llega en 1973 a explorar una isla donde encuentran un gorilla gigante en guerra constante con lagartos igual de grandes. A diferencia de sus predecesoras, ésta cinta sólo trata de ver si pueden escapar.

El director Jordan Vogt-Roberts y sus guionistas sabían que “Kong: La isla calavera” es sólo la presentación de uno de los monstruos gigantes de una franquicia de “Legendary Studios” y se limitaron a presentarlo. Eso sí, adecuándolo a la actualidad con una espectacular envoltura de efectos especiales, imaginería visual de primera clase y rock clásico de gran calidad. El libreto es sólo una forma de justificar lo anterior.

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Es evidente que la película se compone de lo mejor de una tormenta de ideas titulada “¿Qué escenas impactantes se pueden hacer con King Kong?”, pero no sólo tenían mucha imaginación los que pensaron en ellas, su equipo de producción estuvo a la altura del reto. Vogt-Roberts sólo se encargó de filmarlas con gran dinamismo y enlazarlas.

El resultado en una montaña rusa muy divertida, que te entretiene de principio a fin, siempre que no te fijes si sus tornillos están bien apretados, porque entonces se desbarata facilmente.

Las actuaciones apenas son necesarias pero habría sido bueno que trabajaran más a los personajes pues habría enriquecido la cinta y no se sentirían desperdiciados los talentos de Tom Hiddlestone, Samuel L. Jackson, Brie Larson y John Goodman. John C. Reilly se cuece aparte pues el tipo se roba la cámara cada que aparece, no quizo dejarse opacar por un mal rol.

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