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Por: Rafael Destúa

Con los mismos ingredientes se puede hacer lo mismo un manjar que un platillo incomible, ya fueran los ingredientes más económicos que los más exquisitos... pero en el segundo caso, tener una alacena fabulosa y cocinar un platillo insípido es peor. Me pregunto si Cedric Nicolas-Troyan y los productores de “El cazador y la reina del hielo” se dan cuenta de que eso les pasó.

Años antes de que Ravenna se topara con Blancanieves vivía con su dulce hermana Freya, cuyos poderes mágicos detonaron a raíz de que su enamorado la rechaza. Su poder es de hielo (“Frozen”) y se exilia en un frío reino donde prohibe el amor y cría un ejército de élite con niños secuestrados. Sus problemas comienzan cuando se entera que hay una parejita entre sus soldados y los separa... a partir de ahí el guión invade otros cuentos de hadas y da más brincos en el tiempo.

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Lo primero que llama la atención de la secuela de “Blancanieves y el cazador” es la ausencia de su protagonista, Kristen Stewart, papel que quizá perdió por la caída de su popularidad, mientras que el desconocido secundario de aquella cinta es el nuevo protagonista: Chris Hemsworth.

Ese cambio no es el único, hay varios más y todos indican que se buscaba la mítica “receta secreta” para un filme exitoso. Siendo una historia femenina ponen a uno de los actores favoritos de las audiencias femeninas; añaden una reina de hielo como en “Frozen”; unos enanos guerreros y cómicos como en “El Hobbit”; una arquera ninja al estilo Katniss de “Los juegos del hambre” y lo mezclan todo con efectos especiales, una extraordinaria dirección de arte y más cuentos de hadas.

En teoría suena bien, en la práctica carece de sazón. Se puede culpar al director novato que tomó el rol luego de que Rupert Sanders y Frank Darabont abandonaran el proyecto, pero él hace lo que puede con un libreto absurdo y una pareja protagónica más agónica que carismática. Son los productores quienes quisieron crear el Frankenstein de los blockbusters para el público femenino y fallaron.

Aún sin sabor el filme tiene cosas buenas, como unos muy buenos efectos especiales, pero lo que roba cámara son los vestidos que Charlize Theron (Ravenna) y Emily Blunt (Freya) usan: impresionantes diseños de Colleen Atwood, detallados hasta un grado absurdo e ilógicos hasta el absurdo, pero muy bellos.

Si en una película de aventuras con Hemsworth, Theron, Blunt, Jessica Chastain y Nick Frost lo más interesante son unos vestidos, no hay más qué decir.

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