La justicia del oportunismo

Los linchamientos mediáticos que en redes sociales hemos tenido en días recientes, desde Plácido Domingo a la #pigmentocracia...

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El que pega primero pega dos veces. Una de las frases más sencillas y poderosas en prácticamente todo el mundo dentro y fuera de línea, de vez en vez se hace presente en redes sociales para hacer bullicio y tumbar una que otra cuenta, para desaparecer hasta que el gran público decida que es tiempo de una nueva cruzada digital.
Este singular escenario no está exento de un alto precio, uno del que pocas, poquísimas veces nos damos cuenta: la pérdida de la razón, pues con el afán de formar parte de la ola ganadora, los usuarios de redes sociales prefieren mil veces seguir la corriente que pensar por sí mismos e indagar, razonar y discernir para crear una opinión propia.
Los linchamientos mediáticos que en redes sociales hemos tenido en días recientes, desde Plácido Domingo a la #pigmentocracia, son claros ejemplos de la política del “pegar primero”.
El primero y el más reciente, surgió tras el amplio reportaje de AP sobre supuestos actos inapropiados del tenor hace más de 30 años, revelados por supuestas víctimas de las cuales sólo una dio la cara, pero sin entablar denuncia.
Aún así, el público digital no necesitó de mucho para lograr que varias compañías cancelaran presentaciones del español al considerar “riesgosa” su participación, además –claro está- de declararlo culpable de todo cuando dijeron las anónimas voces. ¿Hubo una sentencia? Ninguna, sólo la del público digital que señala, acusa y dicta la pena sin siquiera saber de qué le están hablando.
En redes sociales no hace falta el tortuoso camino de un proceso judicial.
Para muchos usuarios el sólo hecho de que se acuse a una figura pública es suficiente para dar por sentado que la acusación es real, tal cual sucedió con Kevin Spacey, quien tras dos años de sufrir el escarnio público, fue exonerado por falta de pruebas contundentes, o al director James Gunn que regresó a Guardianes de la Galaxia tras un escándalo por descontextualizados tweets publicados hace mucho años.
Todo, porque en internet es más fácil pedir perdón que permiso, golpear primero para ser popular, y ya lograda la atención requerida, ofrecer disculpas por un “malentendido”.
La idea no es dar por falsas las acusaciones sobre X o Y hecho. Lo que buscamos recalcar es que en redes sociales no se busca la justicia basada en la ley, sino en el oportunismo.
Aprovecharse del voluble ánimo de los usuarios para mover las aguas en busca de algo; sacarle partido al papel de víctima o victimario pues son los únicos disponibles en internet ya que la gran mayoría de los usuarios, en lugar de realmente leer (analizar) los hechos que se le presentan, compran la primera versión que les sepa llegar al corazón y de ahí nadie los baja sino hasta que es demasiado tarde y una vida digital (o real) queda arruinada para siempre.
Para evitar estos escenarios, recordemos otra máxima, menos conocida, pero igual de válida: cuando tu opinión sea igual al de la mayoría, detente y ponte a pesar.

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