La partidocracia de los mismos

No han entendido nada. Los actores de la política quintanarroense apuestan por más partidos...

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No han entendido nada. Los actores de la política quintanarroense apuestan por más partidos, en evidente oposición a lo reclamado por ciudadanos, quienes exigen el fin de la partidocracia tradicional, esa que tanta desconfianza genera debido a malos manejos, escasa representatividad y poca apertura.

Los críticos de la burocracia partidista argumentan que la democracia local se ha deformado sistemáticamente ya que siguen pretendiendo el monopolio del debate público. Es decir, que eso de ciudadanizar la política, invitar a representantes sociales a debates de moda o participar en foros que intentan legitimar procesos, es simple pose. Una estrategia burda.

En fecha reciente el Instituto Electoral de Quintana Roo confirmó que son cuatro agrupaciones en fase de asambleas con miras a obtener el estatus legal, lo cual les permitirán presentar candidatos, participar en comicios y, lógicamente, conseguir los recursos suficientes. Eran seis en enero pasado, aunque dos desistieron.

De la primera se conoció la semana antepasada, cuando en los corrillos se habló del “partido joaquinista”, aparentemente orquestado desde el gobierno. Como asociación civil recibe el nombre de “Sustentabilidad Social y Trabajo Comunitario”, aunque las especulaciones aumentaron con las declaraciones electoreras de miembros del gabinete, quienes anticiparon sus intereses durante la discusión por la reforma electoral.

Pero hay otras tres: el “Frente de Integración Nacional, A.C.”; “Dar te da Más, A.C.”, y “Quintana Roo Representativo y Democrático”. Algunas de estas, como el Frente, integrada por viejos conocidos en la arena y, lógicamente, con no tan buena reputación.

Y es que ninguno de los partidos o cuasi partidos goza de prestigio. Es un mal de origen. En una encuesta nacional se asegura que ocho de 10 mexicanos repudian a los institutos por los males de siempre: corrupción, impunidad e influyentismo. Además de la casi nula representatividad, citada antes.

Tienen razón en sospechar, porque al revisar la documentación y ver las fotografías de los acuerdos en curso por la reforma, también de partidos antiguos, vemos las mismas caras de otros procesos. Son los saltimbanquis, los hijos de ex servidores públicos, los amigos de los poderosos y los compadres de algunas autoridades en funciones.

Pero todavía no están listos. El árbitro les ha fijado calendario, requisitos y obligaciones. De ninguna manera podrán participar en las elecciones de 2018, sino hasta el 2019. Por eso la pregunta es: ¿por qué la irrupción con tanta prisa?

La teoría de las conspiraciones citada frecuentemente por los polémicos explica que no responden a los tiempos de la ley, sino que sus apariciones obedecen a coyunturas específicas; o sea, ganar presencia, desgastar a sus contrincantes, buscar aliados y forzar la negociación con la contraparte. Es el juego del poder.

Son más simulaciones que aspiraciones válidas. Por eso la gente no cree.

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