La promesa turística del sur

El sur de Quintana Roo ha sido siempre el “patito feo” del sector turístico.

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Opacado por las impresionantes bellezas de las costas caribeñas del norte de la entidad, el sur de Quintana Roo ha sido siempre el “patito feo” del sector turístico en un estado que, hasta el momento, vive por y para el turismo y donde no existe una diversificación económica.

Hablando claro, la zona sur del estado no cuenta con las extensas playas de arena blanca y prístinas aguas que se tornan de un intenso azul bajo los rayos del sol que son la firma de Cancún y la Riviera Maya, pero sí tiene recursos naturales y atractivos que no han sido explotados como se debe.

En su momento, el proyecto Costa Maya, que nunca terminó de cuajar, pretendía detonar la industria turística en el sur, pero aunque en el papel la idea era maravillosa, la inversión dispersa, la falta de objetivos claros y el factor corrupción impidieron que se consolidara.

Pero si acaso existe un área potencial para atraer turistas a esta zona esta es, sin ninguna duda, el circuito de sitios arqueológicos que abarca Chacchoben, Oxtankah, Dzibanché, Kinichná, Kohunlich y la promesa en ciernes, Ichkabal, que tras tres lustros de exploraciones y trabajos aún no ha sido abierto al público.

Llamado por sus descubridores iniciales como el nuevo Chichén Itzá por su enormidad y belleza, Ichkabal tiene, según los expertos, el potencial para atraer decenas de miles de visitantes por sí solo, aunque esto no se ha logrado poner a prueba por el tortuguismo de la delegación local del INAH encabezada por la arqueóloga Adriana Velázquez Morlet, enquistada en ese puesto desde el año del caldo, y por la falta de interés de las administraciones anteriores, a las que nunca les interesó el crecimiento sureño.

En campaña, el gobernador Carlos Joaquín asumió el compromiso de darle celeridad a este proyecto que puede cambiar la dinámica económica en nuestra golpeada región, lo que no se quedó solo en promesa porque en noviembre del año pasado la Secretaría de Turismo local firmó un convenio de colaboración con las autoridades federales del INAH para invertir 12 millones de pesos en la zona y permitir su apertura al público.

Los pasos se han dado y en días pasados la titular estatal de Turismo, Marisol Vanegas Pérez, afirmó que Ichkabal será por fin abierto en este año, aunque solo una parte de la ciudad que no ha podido ser explorada del todo por su gran extensión.

La noticia es fabulosa, pero no hay que festejar antes de tiempo porque no es la primera vez que se lanzan fechas al aire para la apertura del sitio histórico que después, por una u otra razón, se aplazan o se olvidan.

Ichkabal puede ser ese motor que el sur necesita para activar su potencial turístico, siempre y cuando se acompañe de un trabajo serio y comprometido de los tres niveles de gobierno para que la promesa se materialice en la realidad.

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