Día Internacional de la Mujer: A mí me gusta el jale

“Hago lo que me pongan porque de esto sobrevivo y mantengo a mis tres hijos”, señala mujer albañil.

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Dulce María Barrios “es buena, siempre le entra duro, no se raja”. (Alida Martínez/SIPSE)
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Alida Martínez/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- A sus 36 años, Dulce María Barrios no para de “chambear”, ella es de las pocas que labora en la construcción desde hace 10 años y como dicen sus colegas: “Es buena, siempre le entra duro, no se raja”.

La tabasqueña es alta mide 1.70 metros, es fornida y frondosa; de cabello rizado y teñido de rubio, porta ropa vieja un poco holgada y una cachucha desgastada color azul que le cubre el rostro para taparse del sol; aseguró que pese a su mediana edad, ha puesto en riesgo su apariencia por el arduo trabajo, todo para vivir dignamente, sin depender de nada y nadie.

Se desempeña como ayudante de albañilería, hace mezclas, es pintora de “brocha gorda”, lo que le pongan de carpintería, limpieza, y no se intimida si se trata de ayudar a sus colegas en diversas maniobras.

En su largo historial lleva unas 20 construcciones en varias partes del estado, por eso es reconocida como una mujer que sabe sortear la suerte a su favor, destacar por su gran calidad humana y profesionalismo.

“A mí me gusta el jale, por eso hago lo que me pongan porque de esto sobrevivo y mantengo a mis tres hijos, no me gusta depender de nadie; esta es mi terapia”, expresó.

Ella es el reflejo de la introducción de las mujeres en diversas tareas consideradas hasta hace poco exclusivas para los hombres. El líder de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), Uri Carmona Islas, aseveró que del total de empleos generados en la construcción de un hotel, edificio o en unidades habitacionales, en promedio el 20% se le asigna a féminas, aunque pocas le entran a la albañilería.

En particular se les sitúa para labores de carpintería, colocación de tablaroca, pulir pisos o paredes o pintar, oficios de los que igualmente hace 10 o 15 años estaban vetadas las féminas.

David Figueroa Castellas, representante del sector de la construcción de la Federación Sindical de Obreros y Campesinos (Fesoc), afirmó que de los 500 afiliados que trabajan como alarifes, unas 80 mujeres se dedican a la obra, aunque por las largas jornadas y el esfuerzo físico, sólo 30 realizan labores como la de Dulce María.

Aunque cada vez es más evidente el ingreso de la mujer en sectores hechos para hombres, es difícil ver a mujeres albañiles; Dulce María labora en la Quinta Avenida donde se concentran lujosos edificios de condominios, ahí se le ve con pala, sentada en la banqueta en un rincón de la calle 28, platicando amenamente con amigas, de quienes se distingue por portar una faja negra en la cintura; a veces con el pico en la mano, y otras tantas con un bote lleno de material cargado al hombro.

Al preguntarle si se dedica a ser alarife, lo afirma no sin un sonrojo en sus mejillas; apenas si da detalles personales; sin embargo, accede a una pequeña entrevista que está encaminada a contar su historia. En un principio rechaza el contacto; dice sentirse nada presentable para la toma fotográfica y no era buena para dar entrevistas.

Poco a poco suelta pedazos de su vida: “¿Qué te cuento?.. Mira, terminé la preparatoria, no pude estudiar más porque me casé y fui madre; pero las cosas no resultaron y me quedé sola con mis tres pequeños que ahora tienen 10, 12 y 14 años”, narró.

“Fui mesera, pero un día decidí buscar trabajo en una obra para mejorar, porque me llamó la atención y ya llevo 10 años; me gusta hacer de todo, lo que está en mis manos y no me rindo, porque hay que fregarle en esta vida y no rendirse (sic)”, expresa.

Dulce María Barrios gana mil 200 pesos a la semana y siempre anda activa, no se queda quieta, sólo cuando su cuerpo le pide un descanso. El salario que percibe es en promedio lo que ganan sus colegas en una edificación y descarta hacer otra profesión por el momento.

Respecto al ambiente de trabajo, recalcó que ha estado con cerca de mil albañiles y jamás le han faltado al respeto, porque: “Hay que darse a respetar, si ellos te ven trabajar y te centras en eso, te valoran”.

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