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La ambientación en vestuario y escenografías es atractiva. (Redacción/SIPSE)
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Rafael Destúa

Los actores cobran las millonadas que se embolsan por dos razones, su presencia en el filme garantiza una taquilla mínima, o porque su calidad actoral puede compensar deficiencias de la producción. Los primeros son estrellas, los segundos son actores, y con “Leyenda, la profesión de la violencia”, Tom Hardy se convierte en ambos.

Los gemelos Kray están en la cima de la gloria, publicamente son dueños de bares de moda y se codean con todas las grandes estrellas; pero también son mafiosos de origen pobre, que con base en la violencia lideran la mafia londinense. Pero cuando Reggie encuentra el amor en Frances y quiere dejar el negocio, su hermano Ron, el sicópata, se molesta.

Basado en el libro de John Pearson y en las bien documentadas vidas de los gemelos Kray, Brian Helgeland -quien también dirige- desarrolló un guión con algunas buenas escenas, pero en general confuso, pues no parece claro a dónde lleva la historia.

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Helgeland nos presenta a los hermanos cuando el diplomático Reggie salva de la cárcel al inestable Ron, estableciendo el parámetro de hermano “bueno” y hermano “malo”. El problema es que después rompe sus parámetros una y otra vez, pero sin ningún propósito evidente, con lo que se va perdiendo el interés por la trama, y lo único que nos mantiene interesados es la actuación de Hardy.

La cinta la devora Hardy-Ron, aunque Hardy-Reggie no se queda atrás, e incluso, tenemos una divertida pelea entre ambos para que cada quien elija su favorito. El actor logró que distinguiéramos fácilmente a los hermanos a través de sus gestos y una peculiar entonación de voz, el trabajo en ambos casos es de excelente calidad y nunca lo relacionamos con “Mad Max”, por ejemplo.

Su coestelar es Emily Browning, quien logra una imagen adorable, pero sufre con las inconsistencias del guión. Christopher Eccleston es desperdiciado en una caricatura, David Thewils, Paul Anderson y los demás cumplen, pero no destacan.

La musicalización es otro elemento que no ayudó para llevar la película, quizá sea lo que se escuchaba en Londres en los años 60, pero no ayuda en el filme. Fuera de eso, la ambientación en vestuario y escenografías es atractiva.

Un filme que perfectamente se puede dejar pasar hasta que llegue a video, pero la actuación de Hardy es imperdible.

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