Madre lucha por liberar a su hijo de la cárcel

Asegura que José "N" no cometió el delito por el que lo sentenciaron a más de seis años de prisión.

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Lluvia "N" pide la intervención de la Comisión de Derechos Humanos de Cancún para rescatar de la cárcel a su hijo. (Redacción/SIPSE)
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Anselmo Huchin/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Una madre pide la intervención de la Comisión de Derechos Humanos de Cancún para rescatar de la cárcel a su hijo.

Luvia "N", explica que liberar de la cárcel a su hijo José "N" acusado y torturado por agentes de la Policía Judicial del Estado (PJE) para declararse culpable de un robo que no cometió, es parte de su lucha.

Con sus nietos de cinco y siete años de edad, que la acompañan en sus largas caminatas demandando justicia, la señora recorre juzgados, agencias del ministerio público y la PJE, además de que busca a los abogados que aprovechando su estado emocional, la defraudaron hurtándole el poco dinero de sus ingresos.

Sólo en Dios y sus plegarias encuentra fortaleza para narrar la dolorosa historia. Con la voz quebrantada y el llanto al punto de ahogarla, refiere que a pesar de la falta de pruebas y de que el agraviado no lo identifica como el ladrón de su ciber, el Juzgado penal le dictó recientemente una sentencia de más de seis años de prisión.

Los hechos 

Luvia recuerda que la noche del 23 de diciembre del 2012 dos agentes de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y el supuesto agraviado Julio "N" interceptaron con pistola en mano a José y su hermanita que viajaban a bordo de un golf rumbo a su casa.

Los bajaron a punta de cañón del vehículo y amenazaron con “causarle daño” a la hermanita, si se resistía. Los policías plenamente identificados hurtaron ese día, el aguinaldo, la quincena, los celulares y cosas de valor de José y con las llaves que le quitaron, entraron a “sembrar” evidencias y de paso desvalijaron la casa del detenido.

Con el rostro compungido y la desesperación minando su piel, supervisa con la mirada a los hijos de José, que callados juegan, casi a sus pies. Escuchan atentos la historia que cuenta su abuela al borde de las lágrimas.

Espera la liberación de su hijo 

Las raídas sandalias y la blusa desgastada e incolora de la cansada mujer contrastan con el renovado espíritu de seguir en la búsqueda de un dejo de justicia para su encarcelado hijo. Sobretodo cuando encarando al supuesto agraviado, este reconoció que José no era culpable del robo achacado, sino una persona robusta, güera y de cabello quebrado que dista mucho de la complexión poco afortunada de su vástago. Además Julio durante una diligencia judicial se excusó y otorgó el perdón al procesado de 23 años de edad.

Al presentar su queja en la oficina de Derechos Humanos de Cancún, Luvia espera que el caso sea atraído, revisado y permita la excarcelación de un inocente que en mala hora, tras el abandono de su mujer, fue confundido, torturado y amenazado para declararse culpable de un delito que no cometió.

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