La burbuja china

Es una especie de enfermiza costumbre histórica que, al surgir una nueva potencia...

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Es una especie de enfermiza costumbre histórica que, al surgir una nueva potencia, alguna existente tenga que ceder su lugar. En el caso de China y Estados Unidos el gigante asiático se ha convertido en una especie de Robin Hood o de escurridizo bandido que desconcierta a las potencias existentes. Sin embargo, esta confrontación está impulsada en gran medida por la cúpula dictatorial china y la opinión pública parcializada.

Hay varios ejemplos donde ha quedado demostrado, y con resultados más felices, que la cooperación entre potencias no tiene que ser una rivalidad latente. Tenemos el caso de Alemania y Japón, ambas naciones devastadas por la II Guerra Mundial y que en lugar de reclamar su lugar en la mesa de los gigantes a empujones adoptaron una política de cooperación y amistad.

El resultado fue el nacimiento de dos superpotencias pacíficas donde el bienestar de sus habitantes y la libertad absoluta es la ley. El mejor ejemplo de lo que sería China con un gobierno no despótico es el luminoso Hong Kong, es ahí donde vemos el verdadero potencial de la gran nación china y de sus laboriosos habitantes.

A pesar de Hong Kong estar ya bajo dominio chino, la política de “Un país, dos sistemas” los ha dejado ser soberanos en gran medida y tener un nivel de vida y de organización que ni de chiste se vive en la parte continental. El tema de la rivalidad entre China y Occidente (no sólo Estados Unidos) se debe a la política agresiva y poco elegante del gobierno chino para ejercer su poder.

No queda otro remedio, es la única manera en la que la cúpula gobernante puede mantenerse en el poder y no sucumbir de forma natural a los vientos de libertad. Y sí, los chinos anhelan la libertad de su dictadura como cualquiera, sólo que no les es posible obtenerla porque ya es una monstruo donde la política y el dinero están entrelazados más que en ninguna potencia. No nos equivoquemos, a China le falta mucho para poder llegar a los ingresos per cápita de occidente; la causa es que el gobierno mismo suprime la libertad y el flujo normal de información e intercambios para poder mantener el control. Es como un superauto a todo gas pero con el freno de mano puesto.

Fui testigo en persona de las vicisitudes que pasan los empresarios chinos para comerciar y a pesar de eso lo logran con éxito apabullante. Los incautos creen que China es lo que es gracias a su gobierno y esto es una grandísima falacia. China es el gigante que se levanta, pero a pesar de su gobierno, no gracias a éste. El ingenio chino se desperdicia en gran medida en argucias y mecanismos para sortear las trabas y las tonterías maoístas de una nación llena de trenes de alta velocidad, pero donde comprar el boleto es una tragedia (vivido en persona) por los engorrosos trámites gubernamentales y la falta de información.

El milagro del “decreciente” crecimiento chino es en gran medida debido a su propio mercado interno que ya empieza a mostrar señales de agotamiento. Tarde o temprano se frenará el crecimiento y sólo quedará la bravuconería.

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