El mito del deporte cubano

A propósito de los Panamericanos de Lima, me parte el alma el esfuerzo sobrehumano...

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A propósito de los Panamericanos de Lima, me parte el alma el esfuerzo sobrehumano que hacen nuestros atletas nacionales para poner alto el nombre de México y el suyo propio. Lidiando con falta de apoyo, becas insuficientes y las cochinadas de la Conade, ahora víctima de la soez Ana Gabriela Guevara y de sus protegidos.

El poco apoyo de la 4T al deporte nacional resulta en reducciones en presupuestos para centros de entrenamiento de alto rendimiento y apoyos a los atletas para poder subsistir entre la vida cotidiana de cuentas por pagar, transporte y educación y las ganas de llegar alto en algún podio. Por eso, y sí, malsanamente, me da infinito placer cuando algún atleta cubano pierde o un equipo queda avergonzado en un viaje por la deserción masiva de varios de sus miembros. La razón es simple: los supuestos “logros” del deporte cubano son una de las mayores falacias de una de las peores dictaduras de la historia.

En un país donde un profesionista gana 20 dólares al mes y tienen que inventar que robar para dar de comer y calzar a sus hijos, los atletas son mantenidos como virtuales “ratas de laboratorio” en regímenes especiales de alimentación y de vida que no son reflejo en lo más mínimo de la realidad diaria del pueblo cubano. Estos deportistas son usados como una eficaz herramienta de propaganda política para que, los que no conocen la realidad cubana fuera de la isla, opinen que Cuba es un lugar que permite a sus ciudadanos llegar a donde quieran gracias al deporte. Nada más lejos de la verdad. El deporte cubano es venta de acciones para las empresas del clan dictatorial de los Castro y sus compinches.

En el resto del mundo, los atletas son personas normales, de a pie, que, gracias a un sobrehumano esfuerzo de familia, amigos y organizaciones no gubernamentales en la mayoría de los casos, logran sobresalir en algún deporte.

Como regla general, son estudiantes, trabajadores y gente común que no vive del deporte (por supuesto que hay excepciones). Luego estos “mortales” se lanzan a competir contra profesionales que sólo viven para el deporte y son “amamantados” por un verdadero ministerio del régimen (Inder: Instituto Nacional del Deporte y la Recreación) para que tengan condiciones que no tienen el resto de los cubanos y compitan y ganen medallas que legitiman, aunque sea un poco, la feroz dictadura de Castro II y Díaz Canel.

Me molesta mucho ver a muchachos y muchachas de la UNAM, IPN o de otras universidades de México competir contra estos mutantes que vienen de una tierra donde a los niños se les quita el derecho de tomar leche a los siete años, pero a ellos se les da la oportunidad de no tener que luchar por su subsistencia como el resto de los cubanos y lo único que hacen en sus vidas es hacer deporte.

El régimen miente declarándolos como “estudiantes” o “trabajadores” cuando en el mejor de los casos están estudiando “cultura física” en el propio Inder o en preparatorias especiales para deportistas o en trabajos falsos para ocultar que son simples profesionales.

Los atletas cubanos no son amateurs, que es el verdadero objetivo de los Panamericanos, Olimpiadas o Campeonatos Internacionales. Es vergonzoso ver a muchachos universitarios canadienses ganarle en el béisbol a profesionales cubanos que lo único que hacen es jugar béisbol y aun así son derrotados frecuentemente (en el fondo son de hecho bastante malos).

Me gustaría ver al equipo de básquetbol o béisbol cubano enfrentarse con los Red Sox o los Yankees que son igual de profesionales que ellos a ver qué tal les va.

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