Hay Trump para rato
Un conocido me envió una captura de pantalla con la noticia de la absolución del non grato presidente de...
Un conocido me envió una captura de pantalla con la noticia de la absolución del non grato presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de su juicio político con el comentario de lo insólito que resultaba algo semejante en “la tierra de la libertad y los derechos” como ellos se autodenominan. Es una apreciación errónea, lo que se le reclamaba a Donald Trump era un juicio político, es decir: un dictamen por votación sobre su actuación ética o no en un caso en específico.
Un juicio político no es una causa penal, es una valoración de desempeño llevada a cabo por, precisamente, políticos. Y los políticos que lo juzgaron sí son elegidos por voto directo, no por sistema de representantes como al presidente. Y las evaluaciones de ética o comportamiento están sujetas a los individuos, y por tratarse de personas con intereses políticos sin el más mínimo interés de justicia divina pues lo elemental era esperar que una mayoría republicana en el senado lo absolviese. De hecho, fue una pésima maniobra política de los demócratas impulsar un juicio político que estaba condenado al fracaso desde el mismo momento de su inicio.
Este tipo de movimientos, como el absurdo intento de desafuero en la era de Fox a López Obrador, logra precisamente el efecto opuesto: cohesión de sus partidarios, divide a sus enemigos y crea una especie de mártir o mito de indestructibilidad que rodea como un aura al agraviado. Los hábiles como Trump o AMLO han sabido usar estos embates mediocres y mal orientados muy a su provecho denostando a sus adversarios y sacando un provecho político inigualable. Y así, en medio de tanta mala estrategia, empezamos el 2020, año electoral en Estados Unidos con un presidente odiado por medio mundo pero que no deja de acumular victorias.
Para colmo, apenas unos días después de la absolución de su juicio político, el destino o la falta de ingenio le dota el presidente Trump de otro monumental éxito tras el desastroso supermartes de Iowa, donde la factibilidad del sistema electoral de candidatos (nada más y nada menos) del Partido Demócrata quedó en entredicho y dejando a todos los candidatos enfrentados entre sí. El romanticismo de la posibilidad magnífica de que el candidato abiertamente gay, Pete Buttigieg, tenga posibilidades en medio de la plutocracia norteamericana es algo muy refrescante, pero derrotar a Trump no es cosa de buenas intenciones, sino de cohesión partidista y de estrategias concisas y duras.
En medio de tanta magnífica noticia para Trump, se hace a la luz un reporte donde se comenta la creación de un cuarto de millón de empleos más en la ya boyante economía norteamericana. En estos momentos los salarios medios de Estados Unidos son los más altos de su historia y se ha convertido en uno de los países más caros para visitar de todo el orbe. No hay forma y engañarnos con otra cosa es infantil. Resulta absuelto de su juicio político; los demócratas están en una carrera dividida y casi histérica para escoger su paladín ante el actual presidente; elimina a uno de los principales responsables del terrorismo iraní y navega la crisis subsecuente con magistralidad (al extremo de que los iraníes son los que quedan como tontos al derribar por equivocación un avión de pasajeros), elimina al ideólogo de Al Quaeda, la economía crece a ritmo estable, los salarios están a su nivel más alto, el desempleo está a su nivel más bajo, detuvo el flujo de migrantes al extorsionar a México, renegoció el TLCAN, México pagó al final el muro al poner la Guardia Nacional en la frontera sur, fue pieza clave en la desaceleración de la economía china, obligó a los chinos a sentarse a negociar aranceles y políticas de dumping, tiene a los cubanos y a los venezolanos sin petróleo, insumos ni turismo, en fin, no hay forma de que no salga reelecto.
Es nefasto, grosero, poco diplomático, pendenciero, abusivo y acomplejado, pero no hay manera de vencer los hechos del rotundo éxito de su presidencia en términos de cumplimiento de promesas. Hay Trump para rato, más nos vale acostumbrarnos y dejar de patalear. ¿Hasta chance hay algo que aprenderle no?