Cierren paso a falsos de redes

La semana pasada, una supuesta “alerta de viaje” emitida en Estados Unidos contra Quintana Roo...

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La semana pasada, una supuesta “alerta de viaje” emitida en Estados Unidos contra Quintana Roo, por hechos violentos, sorprendió a autoridades, empresarios y turisteros. Fue falsa. Aunque los protagonistas no tardaron en desmentirla, los efectos colaterales fueron incontrolables. En la “carretera de la información” se corre a prisa.

El auge de las redes sociales ha motivado la “democratización” de las opiniones, aunque lamentablemente ciertos grupúsculos (políticos, antisociales) parecen interesados en dañar la imagen de un destino que ha sorteado crisis y contingencias quizá como ninguno.

La apertura y la pluralidad son positivas. Lo condenable es que se manipule la realidad con otros fines, lo que pudiera resultar paradójicamente en un “autoatentado”, pues una inmensa mayoría depende directa o indirectamente de visitantes, inversiones y, en definitiva, de esa misma imagen que prefieren manchar.

Y es que personas de otros lugares (que son potenciales turistas) perciben que las críticas sobre un destino han sido redactadas por ciudadanos comunes y no por expertos, con lo cual adquiere más realismo o mayor precisión. Siempre y cuando sean verídicas. Lo ficticio pertenece a otro terreno y ahí debe perecer.

Más de uno habrá contado que en hoteles, resorts o condominios no se ve lo que en la ciudad y su periferia; que los millones de paseantes que el Caribe mexicano recibe cada año otorgan un alto índice de satisfacción cuando se van; que miles retornan porque les gustó, o incluso que la inseguridad es también cuestión de percepción, no necesariamente de estadísticas.

Por todo ello es obligatoria la pregunta: ¿Cómo filtrar la información para evitar divulgar mentiras, medias verdades o imprecisiones? Para acabar con la “imbecilidad” en Internet el pensador Humberto Eco propuso en un ensayo firmado hace poco una “solución culturalmente preciosa”, aunque ha puntualizado, se trata de una “empresa cara”.

Según el autor de “El péndulo de Foucault”, los diarios son víctimas de la red porque de ella sacan noticias, algunas a veces leyendas, dando espacio a su mayor competidor, y al hacerlo llevan dos días de retraso; por lo tanto, “deberían dedicar por lo menos dos páginas al análisis de sitios web señalando los virtuosos y también aquellos que transmiten bulos”.

“Sería un inmenso servicio al público y quizá también un motivo para que muchos navegantes de la red, que han empezado a dejar de lado los periódicos, vuelvan a hojearlos”, añade en una de las conjeturas.

Interesante alternativa la presentada por el italiano a un problema de escala global, sufrido con singular vehemencia durante los últimos meses en la entidad.

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