Hace unos días el Foro Económico Mundial entregó una buena noticia turística: México escaló ocho posiciones en el “Índice de Competitividad y Turismo”, al avanzar de la 30, que ostentaba en 2015, a la 22, en la presente edición, vigente hasta fin de año.

Es la mejor calificación desde que se creó el estudio en 2007, y debe destacarse que en sólo tres años conquistó 22 puestos, gracias a los 35 millones de visitantes recibidos en 2016, hecho inscrito como récord histórico.

Por esos datos figura entre los países con mayor progreso del mundo en un ranking liderado por España. En Latinoamérica es el más competitivo, superando a Brasil (26), Panamá (35), Costa Rica (38) y Chile (49), los cuales conforman el “top five”.

Todo lo anterior confirma lo divulgado por autoridades en el reciente Tianguis de Acapulco, donde aseguraron que afuera siguen viendo con buenos ojos otros factores, como hospitalidad, recursos naturales o riqueza cultural.

Pero hay advertencias. El mismo organismo señaló que debe fortalecerse la seguridad para prosperar, ya que en ese renglón ocupa el sitio 113. Si bien se intenta con gran esfuerzo cuidar la imagen y desvincular los hechos violentos a ese motor del desarrollo, ha sido insuficiente.

Las discrepancias acerca de lo que ocurre en destinos como Cancún o Playa del Carmen han activado las alertas, lo que ha obligado a desarrollar reuniones de alto nivel, desplegar cuerpos policiales y dirigir la promoción. Si ha sido eficaz, se sabrá al medir con precisión la ocupación y la derrama.

La segunda alerta gira en torno a la sustentabilidad, sobre todo en lo referente a los compromisos suscritos por los servidores públicos de esta administración federal, ya que se ha detectado alteraciones en diversos ecosistemas, por lo que la preservación debe ser una alta prioridad.

Hace rato los ambientalistas han acusado en esta región un daño creciente en arrecifes, devastaciones en áreas selváticas, construcciones en dunas, pérdida de manglares o contaminación de cuerpos lagunares. Se ha prevenido y sancionado, pero falta por hacer.
La tercera tiene relación con salarios y precios competitivos, especialmente en el alojamiento. Se ha postergado la negociación sobre reclasificación de tarifas por el aumento de la gasolina y los insumos, aunque todo arreglo deberá ser compartido entre los actores y no decisiones unilaterales. Tendrán que abordar el tema en algún momento, sin la excusa de “ventas efectuadas”.

La cuarta se refiere a la tecnología. Es urgente que gobiernos y empresas revisen las conexiones a internet, las señales abiertas, la velocidad de navegación y las aplicaciones telefónicas, entre otras acciones, para evitar el rezago en un rubro clave.
México y Quintana Roo van bien, aunque podrían ir mejor. Depende de todos.