Autoflagelos y jugada fina

Los morenistas de Quintana Roo cruzan por la peor de sus crisis en el poder...

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Los morenistas de Quintana Roo cruzan por la peor de sus crisis en el poder. A la incertidumbre que se mantiene debido a la posible cancelación de las asambleas del pasado sábado 19, se le suma el pleito político-legal entre Édgar Gasca Arceo y Rayna Durán Ovando, tanto por la coordinación de la bancada en el Congreso, como por la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jugocopo).

Además, ven con preocupación lo que pasa en el Solidaridad de Laura Beristáin Navarrete y en el Othón P. Blanco de Otoniel Segovia Martínez, donde pesan denuncias contra servidores y ex funcionarios, así como amenazas de juicio político contra los presidentes municipales, una frágil relación contra el gobierno estatal y una pérdida de apoyo de la ciudadanía.

¿Cuál es la salida? Lo primero es tratar de poner orden. Sin ello ningún arreglo es posible. Esa premisa es válida en todos los niveles y poderes, más en el Legislativo, donde surgen voces de que la estabilidad política esgrimida para mantener a Gasca, no debe estar sobre la ley orgánica, lo cual debiera sustentarse con argumentos sólidos. Los resquicios en esa ley, aprobada por la legislatura anterior (de Eduardo Martínez Arcila) podrían ser, paradójicamente, el soporte legal.

Dicha discrepancia que pasó de la coordinación de Morena a la Junta de Coordinación Política (la cual fue denunciada por Reyna Durán, para el deslinde de responsabilidades) ha puesto en duda la legalidad, la estabilidad, la relación con los demás poderes del estado, la eficiencia de una legislatura que a casi dos meses de haberse instalado no logra poner agenda y, por si fuera poco, la imagen del partido más ganador de los más recientes comicios, con todo lo que implica para una ciudadanía harta de la partidocracia.

Cuentan que una llamada telefónica puede devolver la coordinación a Gasca (la “ventaja” de Durán sobre Gasca es de un voto), pero ese acto podría suponer un sacrificio mayúsculo, incluyendo alianzas y candidaturas futuras. Porque lo que hoy se teje es con miras a las elecciones de 2021 y 2022. Una llamada, o un simple mensaje, que en el fondo empeña el honor de varios.

En Morena observan espantados el peor momento, aunque desde los otros partidos y más allá de ellos, miran encantados porque obtendrían réditos inmediatos del caos. Ha sido, pues, un autoflagelo, pero también una jugada fina desde el frente. No se les puede quitar “méritos”.

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