Un año para reflexionar

El presidente Andrés Manuel López Obrador cumplió su primer año de gobierno con una aprobación...

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El presidente Andrés Manuel López Obrador cumplió su primer año de gobierno con una aprobación de entre 59% y 72%, según diversas encuestas. El Financiero publicó que llega con 68%; en tanto, en los últimos 10 meses su popularidad se ha mantenido entre 57% y 58%. Ojo: popularidad y aprobación no son lo mismo. En tal sentido, algunas advierten que se ha registrado una caída en ambas.

¿A qué se debe? Probablemente a la cantidad de problemas y retos acumulados durante los 350 días formales de administración, pues cabe recordar que comenzó a “dirigir” desde que ganó el 1 de julio del 2018 y su agenda fue concebida con años de antelación. Es decir, el “poco tiempo” no es la causa de la lentitud o la ineficacia que le achacan sus detractores.

Se deduce que han chocado con una cruda realidad y que no son suficientes las buenas intenciones, ni el control de la agenda pública, ni menos esa sensación de que van solos -sin opositores reales-, lo cual le ha permitido desacreditar a bancos o calificadoras, por ejemplo.

Es que la confianza no basta para lograr resultados. A ver. Es verdad que ha habido logros interesantes; quizá el mayor es el incremento al salario mínimo sin impactar en la inflación ni en la generación de empleos, pero en otros asuntos se comprueba la ineficacia y la postergación de las promesas.

Esa consigna de “abrazos y no balazos” no funciona en inseguridad. Todavía no al menos. La gente pide a gritos combatir la inseguridad antes de combatir la corrupción, según otras encuestas. Y respecto al supuesto incumplimiento de promesas (esto no acaba hasta que se acaba), en Quintana Roo se constata con nitidez.

A saber: no llegará en 2020 el paquete sobre una reducción del IVA ni del ISR ni de los combustibles. Eso sería un paso previo para establecer una zona libre en la capital del estado.

La Secretaría de Turismo federal no termina de mudarse a Chetumal en el marco de la gran descentralización anunciada. El Tren Maya es hoy una moneda al aire: si la ciudadanía y las comunidades indígenas aprueban, se hará; solo así, porque será vinculante. Tampoco la Policía Especial para los Centros Turísticos.

Es imposible en un año calificar de manera definitiva. Lo cierto es que las inquietudes se multiplican inclusive en su círculo y en su aún partido político, Morena. No pueden ignorarse las señales positivas de avances, tampoco aquellas alertas antes descritas. En algo se coincide: soñamos con un México mejor.

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