Benjamín Pat/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Diecinueve hombres han solicitado la intervención de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia para que ya no sean violentados por sus parejas, mientras que otros 86 han recibido terapias para superar episodios relacionados con la violencia.

Las cifras corresponden al periodo enero-abril de este año, en donde las quejas tienen que ver con maltrato emocional, verbal, físico y económico, en orden de prevalencia.

“Ellos vienen a exponer que son víctimas de violencia por parte de su pareja y trabajamos de la misma forma porque estamos en el modelo de la equidad y genero”, mencionó Christian Dzul Guzmán, Directora del Centro de Atención a Víctimas del DIF Estatal.

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Cuando los hombres víctimas llegan, lo primero que se hace por parte del personal es explicarle que se puede, al igual que en el caso de las mujeres, proceder con una denuncia formal ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado.

Por tabú no denuncian 

Sin embargo, en la totalidad de los casos, los hombres han optado por no judicializar su situación, principalmente por el tabú y los estereotipos actuales.

“Pero de por sí para un hombre, es muy difícil venir, sentarse y decir sufro de violencia por parte de mi mujer”, señaló la entrevistada.

En estos casos, primero, se manda citar a la mujer acusada de maltratar a su pareja (hombre) y en caso de que existan condiciones se elabora un convenio en donde los dos se comprometen a evitar algún tipo de ataque.

Lo anterior se complementa con la atención psicológica no solo para el hombre sino también para la mujer, además de visitas a los domicilios para verificar la situación en la que conviven las parejas.

“Las terapias psicológicas duran entre uno y dos meses, aunque es dependiendo de cada caso y los avances que considere la persona que atiende”, detalló Vanesa González Vado, procuradora del Menor y la Familia.

Según las estimaciones, solo entre dos y tres de cada 10 casos son denunciados ante la instancia, que a diferente del miedo que motiva a las mujeres a callar, se debe principalmente a la vergüenza.