“Descansa, siempre serás nuestra linda y amada Kuky”

Sus dueños le rindieron un sentido homenaje en el “Último parque”.

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Teté pasó ocho años con Kuky, una rottweiler a quien le decía “hermana”. (Rubicelia Cruz/SIPSE)
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Rubicelia Cruz/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- “Descansa, siempre pensaremos en ti, siempre serás nuestra linda y amada Kuky”, fueron las palabras que le dedicó Teté en una carta color lila a su fiel mascota, de ocho años, que creció a su lado y a la que, inclusive, le decía “hermana”.

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No pudo evitar el llanto y tocar con ternura el cuerpo de su rottweiler que yacía al centro; sus lágrimas sólo eran interrumpidas por la caída del agua de una cascada artificial ubicada al fondo del recinto llamado “El señor de los mil nombres”.

En ese momento, recordó aquella fotografía en la que “Kuky” se subió al sofá para dormirse juntas, así como los momentos que pasearon en la playa, incluso, cuando salía tras de ella en sus efímeras escapadas.

"Mi último parque"

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una pareja que llegó por el cuerpo para llevarla al crematorio de “Mi último parque”, un sitio que nació tras la muerte de “Morrison”, un golden retriever, cuyos dueños no hallaron en ese entonces un lugar donde despedir dignamente a su fiel compañero que falleció en cuestión de horas a causa de una torsión gástrica.

Mientras pasa el tiempo de la incineración, Teté y su familia recorren el sitio que cuenta con el “Jardín de la vida”, donde se entierran las cenizas; al fondo de este sitio hay una pared tapizada con pequeñas placas de madera con los nombres de las mascotas.

En la entrada se ubica el cementerio, con espacio para 85 tumbas, aunque hasta el momento casi todas las familias se inclinan por la cremación; sólo se observa una placa con el nombre de “Fleky”, una chihuahua que fue enterrada por sus dueños de origen cubano.

También está el “Árbol del amor”, que rinde homenaje a las mascotas cuyos dueños decidieron ir a despedirlas a este lugar; en los pequeños troncos se observan listones multicolores, collares y uno que otro juguete; Teté se apresura a colocar uno de color morado con el nombre de Kuky, quien luchó casi una semana por su vida contra la piometra.

Más adelante está el área de las urnas, hay espacio para 100; al centro yacen las cenizas de “Morrison”; los nichos se pueden personalizar con la foto y el nombre del fiel compañero o compañera.

“Angelitos de la calle”

Igual está el árbol “Angelitos de la calle”, que luce varios listones con los nombres de los “peludos” que intentaron salvar activistas o voluntarios.

Teté se dirige a una de las dos salas de espera que cuenta con café, refrescos y galletas que forman parte del servicio que se ofrece en este sitio.

“Mi último parque” cuenta con una recepción, una bodega, crematorio, cuarto de preparación, capilla y un área para fumadores.

La espera ha terminado, Grace, fundadora del sitio, le entrega a Teté algo especial; sus ojos, hinchados por el llanto, se iluminan y esboza una leve sonrisa.

Minutos después, la familia se retira del lugar y, una vez en el hogar, Teté abre la puerta y expresa: “Kuky, ya estamos de nuevo en casa”.

El origen

El proyecto “Mi último parque” comenzó a gestarse hace dos años y medio tras la muerte de Morrison, la mascota del matrimonio conformado por Jeffrey Zapata y Grace Herrera.

“Es triste no despedir en un sitio adecuado a tu mascota. Por eso decidimos hacer algo lindo, un lugar adecuado y que las familias las despidan como nosotros hubiéramos querido hacerlo”, dijo Grace.

La empresa es cien por ciento familiar, empezó a funcionar hace apenas cuatro meses; ofrecen distintos servicios para dar el último adiós al mejor amigo del hombre.

Laboran todo el año las 24 horas del día; ellos van por el cuerpo de la mascota, ya se al domicilio o a la veterinaria, en Cancún y hasta Tulum.

Los precios varían, dependiendo de lo que se solicite; se les puede buscar en Facebook bajo el nombre “Mi último parque”, sitio web donde días después de la despedida se les hace un homenaje a las mascotas. 

Se ubica en la carretera a Mérida, kilómetro 295. 

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