El triunfo de la posverdad

Mentir es más fácil en el mundo digital. Nadie nos ve la cara, nadie escucha la entonación...

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Mentir es más fácil en el mundo digital. Nadie nos ve la cara, nadie escucha la entonación de nuestras palabras y bien redactada, una mentira es fácilmente entendida y compartida sin apenas leerla. Bajo esta premisa se explica la difusión sin cortapisas de las #fakenews.

Aunque parezca contradictorio, si mentir es sencillo en redes sociales, encontrar la mentira “perfecta” es otra historia. Tras el escándalo con @realdonaldtrump y los memes, muchos usuarios estamos curados de espanto y aplicamos la única máxima para enfrentar la posverdad: si algo es demasiado bueno, duda. Por ende, las “granjas” de redactores de noticias falsas son, ¡válganos la realidad! Un semillero de talentos para el periodismo.

Así es. Mentir en la internet no es para novatos, se requiere de preparación para transformar las historia inverosímiles en realidad casi, casi en contra de la prueba del añejo, porque a pesar de que la mayoría de la gente dentro y fuera de línea tienden a aceptar todo lo que medianamente dé respaldo a sus ideas, no caen ante cualquier chisme que se les cuente.

Las redes sociales de hoy, evidentemente no son las mismas de hace cinco o siete años, pero tristemente este cambio no ha sido del todo benéfico. Si bien son más poderosas y extendidas, a la par los usuarios son hartísimo más frustrantes, cínicos y deprimentes. ¿Por qué? Porque la realidad le gana la partida a los ideales de libertad que promueve el mundo digital, creando el escenario donde entra la argumentación a través de las #fakenews.

En la eterna lucha por tener la verdad, nos convertimos en seres incapaces de mantener nuestra claridad de pensamientos. Decimos luchar por la justicia, pero seguimos a un medio sin darnos cuenta de su trasfondo, y cuando por gracia de los bytes descubrimos nuestro error, lo “enmendamos” dándole el crédito total a otra fuente, con los mismos objetivos de la primera: la posverdad le gana la partida a la realidad.

Un simple círculo, cansado y vicioso de pereza mental… o como sucedió con @Cultura_MX, un ejemplo sobre lo que no se debe hacer para salir de un problema. La semana pasada, la secretaría mandó una circular con un gravísimo error histórico, documento que se filtró a la prensa y causó (cómo era de esperarse) risas, memes y burlas a la dependencia. Los encargados de comunicación social, para “solucionar” el problema dijeron que la circular era una #fakenews de los medios para tirarle tierra al gobierno federal, pero pasados los días, cambiaron la versión y aceptaron la verdad: sí existió el documento erróneo, pero dijeron que no era “oficial”, sino de consumo interno sin revisar.

Eso nos demuestra dos puntos importantes sobre la posverdad: no se puede usar en todos los contextos, ni cuando la realidad es más fuerte y evidente. Vamos, tiene límites que ni las mentes brillantes de las vocerías pueden traspasar. El otro, que las #fakenews son útiles para todos los usuarios cuando quieren tapar sus errores.

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