Dictadura digital

Formar parte de una mayoría conlleva un precio: perder la libertad para pensar diferente...

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Formar parte de una mayoría conlleva un precio: perder la libertad para pensar diferente. En redes sociales esto es aún más tétrico, pues se reduce a un axioma muy simple: no se puede llevar la contraria al grupo dominante.

Esta semana cierra con uno de los casos más extraños en lo que a tendencias, “ladies” y trending topics se refiere: Ximena García y su caso para la araña, pues es por demás extraordinario y preocupante que un simple comentario personal -puede que hasta chistoso para algunos, pero que no tiene nada de particular-, se haya magnificado y comparado con una amenaza terrorista a tal grado, que Twitter y Facebook se han transformando en un ring dónde se pelea por esta nimiedad.

¿Por qué es una nimiedad? Muy sencillo: muchos argumentan que sus palabras representan una serie amenaza dada su labor de piloto, que “tiene problemas mentales” y cosas por el estilo. Sin embargo, ¿quién de nosotros no ha hecho un chiste con su labor? Una profesora que bromea con reprobar a todos los alumnos, un médico que juega con un escalpelo, un legislador que se pelea en tribuna… nombre usted la que quiera.

Todos, por más que algunos salgan con baño de pureza, hemos comentado simpáticamente sobre lo que nos pasa en la visa y bromeado con ello. ¿Qué tiene de especial el caso de Ximena? ¿Qué bromeó con un evento del presidente? ¡Cuántos no desearon exactamente lo mismo en los Gritos de Enrique Peña Nieto! Cuántos no le desearon eso y cosas peores a La Gaviota, @EPN y a sus hijos.

Casi sin darnos cuenta, las redes sociales en México se están transformando en una dictadura. El mundo digital de hoy en día está dividido, y lo que es peor, susceptible a la manipulación tanto por la mayoría como la “oposición” a aquella. A este paso, la natural prudencia que todos debemos tener en redes sociales termina por convertirse en censura, y peor aún, autocensura, pues el caso de Ximena nos demuestra que los santones aún existen, y a esos nadie les puede tocar ni con un retweet sin comentario; y además, que las huestes digitales están “al día” cazando a quién piense distinto.

Cierto. Debemos tener cuidado sobre lo que publicamos en nuestras redes sociales, pues sabemos que éstas no están formadas por usuarios uniformes, sino por mil y un formas de ver el mismo punto, ergo, siempre tendremos críticos, haters y trolles. Sin embargo, este caso excede por completo la lógica y la razón: una persona, una usuaria más, disculpándose por publicar algo personal: la vil y ruin dictadura de la mayoría digital.

Lo más triste de todo este caso, es que los usuarios en redes sociales cayeron redonditos en esta falsa polémica: se crean hashtags en favor y en contra, se ahondó en la división y la polémica no produjo nada más que más y más polémica innecesaria. Vamos: fueron manipulados y lo celebraron creando tendencias.

El único error que Ximena García cometió y por el cual ha debido pagar un excesivo precio, es haber olvidado que las redes sociales de hoy no aceptan bromas en contra del grupo en el poder, que todo está permitido siempre y cuando no ofenda al compadre de la mayoría. Así de simple, y así de triste.

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