¿A poco no has notado que cuando vas a checar la hora en tu celular, terminas revisando tu Facebook?

Un singular fenómeno de las redes sociales es la inmediatez. En menos de lo que pensamos, la información no sólo está a nuestro alcance en el teléfono, también dos, tres, mil versiones sobre el mismo tema.

Uno podría pensar esto nos dejaría más tiempo para realizar otras actividades, pero la cierto (y tú lo sabes) es que es todo lo contario: entre más información encontramos, más datos deseamos corroborar, más nos adentramos en internet hasta el punto de hacer todo, menos lo que realmente deseábamos hacer en un principio.

Ahora ¿esto en qué te afecta realmente? De entrada, perdemos mucho tiempo en redes sociales sin hacer algo de utilidad, pero lo que en verdad queremos resaltar, es también perdemos nuestra capacidad para pensar y entender lo que consumimos en internet.

El hecho de que hoy en día contemos con más tiempo gracias a la inmediatez de la información, de poco nos sirve si no contamos con las herramientas “mentales” para procesar todo ese caudal. Piensa en toda la información que leemos y que al final de día, casi podemos asegurar que no recordarás haberla leído, porque tras haberlo hecho, pasaste a otro tema: algo llamó tu atención y la distrajo de tu primer objetivo.

Dicen que el que mucho abarca poco aprieta y por lo menos en redes sociales se cumple a cabalidad este dicho: de tanto que revisamos, vemos y exploramos gracias a la inmediatez de internet, ¿qué tanto se te quedó grabado?

Empecemos por darnos un tiempo para procesar todo lo que vemos, escuchamos y leemos en redes sociales, de esa forma, nuestro tiempo en la web tendrá un mejor uso que sólo compartir memes.

Más zapatistas que Zapata

Dentro y fuera de línea vimos el escándalo por la representación poco ortodoxa de Emiliano Zapata. Por un lado, la libertad de expresión y del otro, el llamado al respeto hacia la figura del personaje histórico.

Huelga decir que ninguna de esas posturas tiene la razón al cien por ciento, sin embargo, este triste episodio de la vida nacional nos deja una aún más triste lección: los mexicanos, dentro y fuera de línea, aún está muy lejos de entender y respetar posturas distintas a la suya. En el fondo, seguimos siendo presas del caudillismo, aun cuando el caudillo ya no exista.