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Nuestra cercana desembocadura del rio Hondo es hoy símbolo fronterizo, línea de identidad que nos une culturalmente y separa en geografía con el pueblo de Belice; sin embargo nuestra historia común continúa fluyendo como el agua a la bahía de Chetumal. Somos pueblos hermanados por las circunstancias históricas que representan la presencia cultural maya y mestiza así como la influencia en varias épocas de al menos dos grandes potencias imperialistas en expansión: la Corona Española y el Imperio Británico. 

Cuando hablamos hoy sobre Quintana Roo y la zona costera de Belice pensamos en primera instancia en zonas turísticas con desarrollo, conectividad y servicios que hacen atractiva la región a visitantes de todo el mundo, sin embargo no siempre fue así: los mapas antiguos reflejan una zona grandemente inconexa por tierra con los centros de gobierno de la Nueva España-México y la administración imperial inglesa. La escasez de vías terrestres propició se privilegiara el acceso al mar como medio de acceso, comunicación y comercio a una zona rica en recursos naturales y muy poca población, lo que a su vez trajo a nuestras aguas a naves y tripulantes que hacían del comercio ilegal y el saqueo su forma de vida a nivel intercontinental. Así los piratas, principalmente británicos, franceses y holandeses tomaron las aguas del mar Caribe y en el sur de la región a la bahía de Chetumal y la laguna de Bacalar como zona de influencia y asedio de barcos y poblaciones controladas por la Corona Española en el sur de la Nueva España, en muchas ocasiones con la complicidad y patrocino de los gobiernos colonialistas a través de las patentes de corso.

Maderas preciosas y palo de tinte, imán de piratas 

El desarrollo económico, industrial y poblacional acelerado de los países europeos a raíz de su presencia colonial en países de América y África traía nuevos estilos constructivos y de mobiliario que dependían grandemente de los recursos extraídos en ultramar, que resultaban exóticos, atractivos y más económicos que las materias primas europeas. Así insumos como el marfil, la caoba y el palo de tinte llegaban de las colonias para satisfacer los gustos de las clases altas del viejo continente en los siglos XVII, XVIII y XIX.

El sureste de la reciente nación mexicana, que como se mencionó antes tenía escasa población, era rico en bosques y selvas maderables de las que era posible extraer grandes árboles de caoba, cedro y palo de tinte, el cual era altamente demandado para teñir tejidos como la lana, la seda y el algodón en colores como el negro y el azul, los cuales era casi imposibles de conseguir por otros medios dado que los colorantes artificiales no estaban aún disponibles. 

Durante muchos años la zona campechana de la laguna de Términos fue la zona privilegiada de extracción de palo de tinte de contrabandistas británicos, sin embargo al perder el dominio de la región en manos de los españoles buscaron establecerse en lo que hoy conocemos como el norte de Belice para desde ahí cruzar los ríos para comerciar y extraer esos recursos del área. 

Los ríos de la zona norte de Belice: el Hondo, que forma la frontera norte con México, el Nuevo, a 10 millas de distancia, ambos con desembocadura a la Bahía de Chetumal y el río Belice que llega hasta el Caribe eran los medios ideales para la movilización de madera y palo de tinte y para refugiar sus embarcaciones y avanzar tierra adentro los piratas se internaban en la laguna de Bacalar[1] (Toussaint Ribot, 1996). Esta población, fundada por los mayas como Sian Ka'an Bakhalal entre los años 415 a 435 d. C era el espacio ideal para piratas como escocés Peter Wallace que sentaron sus reales en el área y fueron combaticos con el establecimiento de una fortificación que hoy conocemos como el fuerte de Bacalar. 

El auge de la piratería en la región llegaría a su fin tiempo después con el declive de la disponibilidad maderera y la diversificación de las rutas comerciales. Los movimientos geopolíticos y el dominio definitivo de Inglaterra sobre Honduras Británica que terminaron en tratados fronterizos con México y la rebelión maya contra el gobierno mexicano llamada la Guerra de Castas terminaron por diluir el atractivo imperial en la ribera mexicana del Hondo.

 

Con mis atentos saludos.

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