El sindicalismo con AMLO

Desde que estaba en campaña, López Obrador se comprometió a respetar la autonomía

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Desde que estaba en campaña, López Obrador se comprometió a respetar la autonomía de las organizaciones de los trabajadores, además del voto libre en la selección de los representantes. En mayo, aún en campaña, en Minatitlán, Veracruz, dijo que durante su gobierno habría democracia sindical. “Se acabó el cacicazgo en el manejo del sindicato petrolero, llegó a su fin. Sí me entienden, ¿verdad?”, dijo durante el mitin en clara referencia a Carlos Romero Deschamps.

 

El que muchos mexicanos veamos en los sindicatos un filón del que se han aprovechado los líderes no es casual, de otra manera no se explica cómo han detentado ese poder por años: Romero Deschamps en Pemex desde 1996; Víctor Flores Morales (líder ferrocarrilero desde 1995); Francisco Hernández ( perpetuado con telefonistas desde 1976); Víctor Fuentes del Villar (dirige a los electricistas desde 2005 y es heredero de Rodríguez Alcaine “La Güera”); Carlos Aceves del Olmo (CTM desde 2016, heredero de Pascoe, quien lo fue de Alcaine y éste de Fidel Velázquez) es actualmente senador; Joel Ayala Almeida (inamovible en la Fstse desde 1998).

 

Como se ve, esas agrupaciones han estado en manos de los mismos dirigentes por décadas, lo que les ha permitido acumular gran poder político (ser legisladores ha sido su mejor escudo) y económico (no hay líder sindical pobre en México). Y no solo nacionales, también hay liderazgos locales que por años se han servido de las cuotas de los trabajadores para obtener canonjías, prebendas y cotos de poder en los gobiernos, a quienes sirven de corifeos.

 

Déjenme centrar este comentario en un hecho que puede dar luz a esta percepción: la expropiación petrolera de 1938 se dio precisamente porque el presidente Lázaro Cárdenas defendió al sindicato de petroleros, creado en 1935, contra los abusos de las empresas extranjeras que explotaban el llamado “oro negro”… y es triste constatar que años después, ese mismo sindicato (sus líderes, con el consentimiento de los gobierno) contribuyeron a que Pemex hoy sea una empresa en quiebra.

 

La semana pasada, al presentar en Tabasco su plan para reactivar la industria energética, comenzando por la construcción de una refinería, AMLO convocó “a trabajadores, empresarios, a que nos ayuden a rescatar la industria petrolera”, a la que anunció una inversión de 75 mil millones de pesos adicionales en 2019, pero la llegada del líder minero Napoleón Gómez Urrutia al Senado bajo la bandera de Morena, y su acercamiento con gente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) cercana a la “revivida” Elba Esther Gordillo, no son buenas señales de que vaya a aterrizar su democratización sindical.

 

 

La caja “grande”

 

En la década de 1970 Pemex despuntó como la empresa que aportaba mayores recursos a la nación. Apenas en 1971, el pescador Rudecindo Cantarell había descubierto una mancha de aceite que brotaba en el mar de Campeche y la producción del pozo Chac marcaría el principio de la explotación de uno de los yacimientos marinos más grandes del mundo: Cantarell.

 

Años después, con el ‘boom’ petrolero, José López Portillo nos exhortó a prepararnos para administrar la abundancia del oro negro… que nunca llegó. Lo que sí llegó fue el escándalo de su amigo Jorge Díaz Serrano, acusado de un fraude por 35 millones de dólares por haber comprado dos buques-tanques con un sobreprecio durante su gestión al frente de Pemex… y la paraestatal siguió siendo el arca abierta y la caja chica del Gobierno, sus directores y del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (Stprm), creado en 1934 y al que ahora López Obrador pretende democratizar.

Lo más leído

skeleton





skeleton