Literacidad electrónica: leer en la web

Un estudiante de secundaria sigue desde su pupitre la lectura grupal en voz alta que dirige su profesora.

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Un estudiante de secundaria sigue desde su pupitre la lectura grupal en voz alta que dirige su profesora. Ella le pide que sea el siguiente en leer una sección del texto. Él joven se pone de pie y comienza a vocalizar todo lo que está escrito en la página. Sin embargo, cuando la maestra le hace preguntas sobre lo que leyó, él no puede contestar. La docente muestra su asombro: escuchó a su alumno pronunciar bien todas las palabras que aparecían en el texto, pero él parece no entender… ¡lo que justo acaba de decir!

 

La situación descrita es muy común; de hecho, es un grave problema para nuestro sistema educativo. La prueba Planea para tercero de secundaria contiene reactivos destinados a medir la comprensión lectora, que se refiere a la capacidad para interpretar, analizar y evaluar críticamente lo que se lee. Sus resultados no son alentadores: una buena proporción de estudiantes de secundaria no logra comprender lo que lee.

 

Se trata de un analfabetismo funcional porque para leer es necesario también reflexionar sobre lo leído, conocer los tipos de textos, deducir las intenciones del autor… A esto, según el profesor catalán Daniel Cassany, le llamamos literacidad, que abarca todo lo relacionado con el uso del alfabeto: código escrito, géneros discursivos, habilidades del escritor y el lector, forma de pensar de quien escribe y lee, su identidad, estatus y cultura.

 

La literacidad es importante porque es un factor de equidad social. Es evidente que quien domina la habilidad lectora tiene mayores probabilidades de éxito para lograr sus aspiraciones. Una de las peores injusticias radica en la brecha social que existe entre las personas por las diferencias en la calidad de su educación. La pobreza genera deficiencias de literacidad, lo que genera más pobreza…

 

No es nuevo el analfabetismo funcional. Lo novedoso es que la literacidad está migrando del papel a las pantallas: no es lo mismo leer en un libro impreso que hacerlo en un teléfono, una tableta o computadora. Es indudable que la escritura cotidiana es ahora electrónica: nuestros estudiantes son nativos digitales y leen en pantallas más que en papel. La diferencia estriba en la multimodalidad, que es la integración del texto a imágenes y sonidos. Ahora los estudiantes deben reflexionar no sólo sobre lo que está escrito, sino además en lo que las imágenes y los sonidos quieren decir. Esta literacidad electrónica requiere habilidades adicionales de computación, navegación, verbales, visuales y auditivas. Es una competencia más compleja. Por eso la lectura digital debe ser la base de la educación.

 

Los adultos quizá nos quejamos demasiado de que las y los jóvenes de hoy no leen bien. Olvidamos que los adultos que nos cuidaron de niños nos acompañaron en la lectura y la escritura. ¿No será que hemos dejado a nuestros jóvenes solos en los espacios virtuales? Seamos responsables: mostrémosles cómo se debe hacer. Leamos con ellos y ellas en la red.

*Departamento de Desarrollo Humano, Universidad del Caribe (https://pupitresletrasycerebros.blogspot.com/)

 

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