Candidatos no deben confiar en el voto duro

El primero de julio están en juego la presidencia, senadurías, diputados federales.

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Estamos muy cerca de la elección; el primero de julio están en juego la presidencia, senadurías, diputados federales y en algunos estados gobernadores, diputados locales, alcaldes y regidores donde serán disputados más de mil 300 cargos de elección popular y por ello vuelve a esta elección el más importante y trascendente en la historia de nuestro país.

A escasos días de haber arrancado el proceso electoral en el país, en el caso de Quintana Roo algunos candidatos de los partidos políticos participantes han dejado mucho que desear y lejos de motivar la participación ciudadana en las urnas prácticamente están inhibiendo la presencia del electorado en las mismas. Y es que la mayoría –a excepción de algunos de la Alianza Qroo al Frente, PRI y Morena– en estos días ha dado muestra de lo que serán las campañas en donde lo que se ha visto, y seguramente se verá, son los ataques, infundios, descalificaciones y acusaciones dando espectáculos de barrio.

Ante lo anterior ya está saliendo a relucir la influencia que pueda tener el famoso “voto duro”. Para algunos partidos, como el PRI, el “voto duro” representa una base electoral importante, pero hay que decir también que dicha base ya no es confiable, porque entre sus propios militantes hay un sentimiento de abandono, al no ser tomados en cuenta a la hora de la designación de candidaturas o en la repartición de cargos públicos.

En años recientes, los principales partidos han dado muestra de tener un voto duro, casi imposible de arrebatar. De manera nacional, y para que tengamos una noción, el voto duro del PAN es de unos nueve millones de votos, ese ha sido su promedio en los últimos tres comicios federales intermedios. El de la izquierda es similar al del PRI, entre 10 y 12 millones de votos. El “voto duro” de Morena y el PRI, aunque es cierto que es mayor que el de otras formaciones políticas, está muy lejos de alcanzar para ganar.

El voto duro se refiere a la identidad partidista que es leal a una fuerza política o partido, independientemente de sus circunstancias, su desempeño de gobierno, o incluso escándalos mediáticos; en pocas palabras son los fans a “muerte” de cada partido. México al igual que buena parte del mundo democrático presenta una clara tendencia a la baja del voto duro.

 Aquel votante que deja de ser leal a un partido se le conoce como independiente. El crecimiento del voto independiente hace que las elecciones cada vez sean más volátiles y por lo tanto menos predecibles. El desapego hacia los políticos está vaciando las urnas, por eso las elecciones las dirimen cada día más votantes que no razonan a lo que se denomina voto duro. Un voto que tiene mayor incidencia en el resultado cuanto mayor es el nivel de abstención. Por eso, ahora los partidos se la juegan, no con los ciudadanos más críticos e informados, sino con sus ya afines, militantes y simpatizantes.

 

Se trata de llegar a las elecciones garantizando un importante suelo de voto duro, ya que el voto indeciso no es indeciso por desconocer todavía a quién votar, sino por decidir si acude o no a votar. El día de la jornada electoral el voto de los indecisos es el que decide quién ganará y, la mayoría de las veces lo hacen al frente de la boleta dentro de la urna, el mismo día de la elección.

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