Día del Trabajo entre la Realidad y la Celebración

Es una fecha mucho más significativa que un día feriado en donde no se trabaja...

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Hace un par de días, específicamente el 1 de mayo pasado se celebró el Día del Trabajo, la cual es una fecha mucho más significativa que un día feriado en donde no se trabaja. Ese día conmemora la lucha de un grupo de sindicalistas anarquistas estadounidenses que dieron su vida luchando por los derechos laborales durante el siglo antepasado.

Sí bien el movimiento sindical en aquel entonces consiguió reducir la jornada laboral de 12 y hasta 14 horas diarias, a jornadas de 8 horas por día, a lo largo de la historia en nuestro país hemos seguido siendo testigos de numerosos abusos hacia los trabajadores.

En la actualidad la celebración del Día del Trabajo tal vez para muchos no signifique mucho más que una fecha anecdótica que, de acuerdo al nuevo calendario oficial de los días festivos es un día de asueto y cuando este llega a coincidir con algún fin de semana, es un perfecto motivo para construir un “puente vacacional” que resulta ser más memorable que la fecha en sí.

Lo cierto es que aún hay mucho por hacer en el tema laboral. No solo es una cuestión de leyes ya que también es una cuestión ética y hasta moral. La línea que separa lo legal de lo ilegal es muy fina, pero no lo bastante como para que se desdibujen los derechos laborales. Por ejemplo en ese tenor están los jóvenes que acceden por primera vez al mercado laboral y que en demasiadas ocasiones están siendo carne de cañón de esos salarios bajos y de esa economía sumergida que le induce a jornadas u horas no declaradas.

Lamentablemente en los últimos años la celebración del Día del Trabajo se ha reducido a un día de descanso, y la realización de protestas que de manera efímera se presentan para pasar al siguiente día como si nada hubiera pasado. Por lo anterior, considero que en estas celebraciones más que hablar solamente del trabajo, es necesario invocar a la responsabilidad social de las empresas, recordar a la sociedad y al sector productivo que tienen que cumplir su responsabilidad social con su personal.

Es conocido que lamentablemente hay organizaciones que utilizan la responsabilidad social como estrategia de mercadotecnia, y que incluso algunas ni siquiera permiten la existencia de sindicatos dentro de ellas ya que eso les causaría problemas, violando con ello los derechos de los trabajadores que a veces por el miedo de no perder su trabajo o por algun tipo de represalia en su contra evitan denunciar los hechos ante las instancias pertinentes.

Desde mi humilde mirada considero que el trabajo es un bien común, es justicia, no se puede aniquilar ese derecho que permite al ser humano, su dignidad, su valor, su utilidad, su seguridad, su autoestima, su salud física y mental, su inserción social, su estabilidad familiar. El trabajo digno está legalizado y avalado constitucionalmente, ningún gobierno democrático puede pasar por alto las condiciones dignas de trabajo, el derecho a la huelga, la imposibilidad de despidos sin causa justa, la habilitación de medidas sociales que protejan al desempleado, la justa remuneración que permita cubrir las necesidades básicas que no son simplemente comer, incluye, educación, ocio, salud, vestimenta.

Muchas veces ante la inseguridad y precariedad laboral que se vive en nuestro país se permiten abusos y acciones que traspasan muchas veces la fina línea que delimita la dignidad de la indignidad, el abuso, la explotación, agresiones físicas entre muchas más. A esta situación se suman los empleos temporales, lo que contribuye a la inestabilidad laboral y la precarización del trabajo, con sueldos bajos y pérdida de beneficios para trabajadores que no logran conseguir antigüedad laboral, ni hacer uso de la negociación colectiva por no poder entrar a un sindicato.

 

En ese sentido, este Día del Trabajo hay poco que celebrar, pues, aún los organismos representativos laborales, forman parte del sistema capitalista, en perjuicio del trabajador. Si a lo anterior le sumamos el hecho de que muchas juntas de conciliación, secretarías del trabajo en las entidades solo están de adorno hacen que el panorama para el trabajador sea mucho más complicado.

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